Monterrey, Nuevo León / Junio 26.-
De niño se vio obligado a irse “al otro lado” para dejar en claro que puede más su pasión futbolera que un bat de beisbol. Al final, la vida le dio la razón al ser el autor del gol que le dio a México su mejor actuación en fase grupal de un Mundial en cualquier categoría.
Arturo Alfonso González es originario de Reynosa, Tamaulipas, lugar donde la “pelota caliente” tiene uno de sus máximos reinados. Sin embargo, el canterano del Atlas prefirió patear balones de futbol. El dolor de una fractura le hizo darse cuenta de su verdadero amor.
“Estaba chiquito, jugaba en la casa de mi tía y fue ahí donde me quebré el brazo para ya después jugar futbol y dejé el beisbol, afirma a EL UNIVERSAL, al tiempo que muestra una notable cicatriz en su brazo derecho, aunque muestra otras en el izquierdo.
Desde entonces, el camiseta 10 tricolor se dedicó a ser un perseguidor de su amor, el balompié, porque “era un extraño en mi tierra beisbolera”.
Increíblemente como en su tierra natal no había más que manoplas, bates, diamantes y jonrones, tuvo que hacer el sacrificio de irse a Estados Unidos para practicar el deporte que a él le gustaba.
“Sí, es extraño jugar futbol en una tierra beisbolera. La verdad es que yo también jugaba beisbol, hasta que me quebré el brazo y ya mejor me metí de lleno al futbol, pero como no se da mucho en Reynosa, pues me iba a jugar del otro lado [de la frontera]”, revela.
Poncho —como le llaman sus compañeros en la concentración del mini Tri— tuvo su recompensa.
“Llegué al Atlas en una visoría en Mission, Texas, porque en Reynosa se juega más el beisbol. Me vieron y llegué hasta las visorías finales el 21, 22 y 23 de diciembre de 2008 y en enero de 2009 ya me quedé en la casa club del equipo”, recuerda González.
La historia del héroe del encuentro ante Holanda, no obstante, no es tan feliz y recuerda las huellas de sus cicatrices. Admite que otra ruptura de hueso puso en riesgo su participación en la justa Sub-17 que se juega en México.
“También sufrí otras dos fracturas, una cuando estaba en el Atlas y otra con la selección. Sí duelen, pero la verdad me dolía más no jugar, porque con una de ellas paré como dos meses en enero de este año y ya me hacía fuera del Mundial, pero gracias a Dios me recuperé y ahora estoy acá”, se alegra el atacante.
Durante la práctica de ayer, Arturo Alfonso sin duda era el más alegre. Mientras los titulares se relajaron e hicieron una práctica regenerativa, él hizo varios ejercicios para mejorar en la definición de cara al arco rival.
Además el atlista dice que en un futuro quiere ser como Andrés Guardado y Mesut Özil, del Real Madrid, porque juegan en la misma posición en la que él se desarrolla. Sueña también con ganar en el Estadio Azteca la final del certamen y debutar en un futuro no lejano con su actual equipo.
“Ahorita queremos quedar campeones mundiales y establecerme bien en el Atlas, ojalá se me dé el debut pronto, porque es un sueño que tengo desde siempre”, anhela.
Sin embargo se mantiene concentrado en lo que es la próxima ronda, “hay que ir paso a paso”. Explica que hasta ahora todo el ánimo del equipo está a tope para mantener el nivel ascendente para las rondas definitivas. Al igual que sus compañeros enfatiza en que los nueve puntos que consiguieron en la ronda de grupos no son perfectos.
“Hemos estado trabajando bien en todos los aspectos y ese esfuerzo ha sido muy bueno, el equipo está muy bien mentalizado para encarar lo que viene y de todos modos hacen falta unos detalles por afinar, pero lo llevamos bien”, asume el extremo.
Asegura que la clave para trascender es la contundencia al frente y el juvenil delantero confía en que así será, no por nada cambió los jonrones por los goles para que México los grite.
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