Monterrey, N.L.- Recuerdos que se niegan a desaparecer, se transforman en palabra, cobran vida en jaulas, en frascos, en espejos y en otras cosas.
Yolanda Barrera ha recurrido a la poesía para hacer las paces con sus recuerdos y con la poesía extendida, con pequeñas instalaciones que ella misma describe como “engañosamente dulces”.
Acompañada de Indira Sánchez, gerente de educación del Museo Marco y de Guadalupe Cruz, gerente de Exposiciones de la Secretaria de Extensión y Cultura de la UANL, Barrera hizo una breve introducción previa al recorrido de la exposición “De Triduo a la Reserva de un bosque de ceniza”, en el interior de la Casa Universitaria del Libro y que fue inaugurada el pasado 24 de abril.
La creadora habló de su “Triduo”, un libro dividido en tres partes que va estrechamente ligado con la exposición, cuyas piezas están asociadas con la cotidianeidad y con lo doméstico, por lo que una casa era su “destino natural”.
“Mi libro Triduo, es un homenaje a la madre, a su historia de fe, de sobrevivencia frente a la muerte. La palabra y la memoria se desmeran con la muerte.
Su lugar va tomándolo el silencio como un enjambre de moho movimiento lento. En su poema El valor de callar, Sylvia Plath dice: “el valor de la boca cerrada a pesar de la artillería”.
“Y yo diría: el valor de hablar, de decir, de gritar, de escribir a pesar de la artillería o del peso de la palabra contra su memoria, temerosa antes de ser dicha, recuperada, antes del peso del aire cargado con un millón de dudas y de signos de interrogación, a pesar de vivir en un total estado de desamparo, de indefensión, como lo expresa Alejandra Rangel en su prólogo para mi libro”, señaló Barrera, quien también se desempeñó como periodista y promotora cultural en el pasado.
Indira Sánchez leyó un texto escrito por el crítico de arte Miguel González-Virgen, en el que hace una reflexión sobre la propuesta de los poemas extendidos de la autora, que también pueden ser apreciados como arte objeto.
“Triduo, nombre a la segunda serie de poemas objeto de la exposición, deriva su nombre de las tres misas que los familiares encargan a una Iglesia para el eterno descanso de una persona fallecida. Refiere pues, a las súplicas que hacemos para que la persona que acaba de partir, pueda ser guiada a una paz por siempre duradera.
“Y si bien, Reserva de Palabras está enfocada a la violencia social y su superación, a través de su resignación poética, Triduo trata de la violencia íntima, la que sufre una persona que inesperadamente ve partir a un ser querido y suplica por esa persona, pero también por sí misma”, apuntó el crítico que actualmente realiza su doctorado en Artes en la Universidad Católica de Lovania en Bélgica.
Barrera compartió con los asistentes a la inauguración de la muestra, sobre su proceso creativo en estas piezas que contienen sentimientos encontrados.
“Este tipo de construcciones en las que estoy trabajando, son también como una forma de completar a veces el verso, o de terminarlo; son también representaciones de deseos por conservar la vida, la naturaleza, por esconder las armas; es una forma de hablar del dolor, porque también son denuncia.
“Además de ser algo que puede ser bonito, inofensivo y estético, también tiene que ver con mostrar ese simulacro, porque a veces es un garrafón de vidrio, que habla del mar y su texto dice rompe olas, pero adentro tenemos el mar representado con arena que también es azul, pero también hay navajas; entonces es también es hablar del dolor que la violencia provoca en la sociedad y en las personas”, aseveró la escritora.
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