En aras de la libertad de expresión, cualquier persona puede acceder a los medios electrónicos. Y como para ejercer el periodismo no se requiere título profesional ni comprobación de estudios, entonces tiene cabida quien desee ser parte del sistema informativo y externar sus comentarios, sin necesidad de antecedentes profesionales.
Y cualquiera llega, además, a vociferar y a hacer show porque los empresarios de medios están acostumbrados a pagar sueldos raquíticos a la mayoría de sus empleados y, muchas veces, a no remunerar la afición de los que simplemente agradecen el uso de los micrófonos.
Por eso algunos políticos tienen la tentación de convertirse en locutores, presentadores de noticias y analistas informativos, pues al fin y al cabo lo que les sobra a estos mexicanos es dinero y lo que buscan es proyección y mantener su nombre fresco ante la opinión pública.
Sin embargo, eso no quita la enorme responsabilidad social que deben cumplir por el respeto que merecen las audiencias y por el prestigio que ha de acreditarse al periodismo, día a día, con la buena actuación de sus oficiantes, vengan de donde vengan y no importa el nivel socioeconómico que ostenten.
La credibilidad es resultado de la honradez y de la libertad con que se ejerce en los medios. La conducta recta y la imparcialidad son valores que dignifican el trabajo periodístico. La atención y consideración hacia el público validan la presencia de quienes hacemos uso de la tecnología para hacer vigente el derecho de la información a las masas.
De ahí que nos hayan llamado la atención dos noticias que en estos días han manchado el ejercicio periodístico en los medios. El de mayor escándalo es la difusión del encuentro del corresponsal de Televisa en Michoacán, Eliseo Caballero, y del director de la agencia de noticias Esquema, José Luis Díaz Pérez, con el narcotraficante más buscado en dicha zona geográfica de México, Servando Gómez “La Tuta”.
Si la entrevista “amistosa” de por sí llama la atención, mucho más lo hace el soborno al casi exigir y recibir dinero del capo por parte de los comunicadores. ¿Qué hay de extraño, entonces, que Televisa haya dado de baja de inmediato a su corresponsal?
Sin embargo, el que sigue campante en su programa de radio en una radiodifusora de Chiapas es el ex diputado del PRI, Alejandro García Ruiz, a pesar de haber lanzado al aire una frase estremecedora que se escucha peor al salir de la boca de alguien que se supone fue un buen legislador.
“Las leyes, como las mujeres, se hicieron para violarlas”, grito el tipejo. Por eso la andanada de críticas le cayó como lluvia en su cuenta de Facebook, y no le quedó más que arrepentirse de su faceta de misógino y disculparse por la red de su babosada, pero sin que lo corran del medio.
Lo menos que le escribieron al priista Alejandro García es: “Dime dónde están tu mamá, tu esposa, tus hijas y tus hermanas para violarlas”. Porque falló a su responsabilidad social en el uso del micrófono, y la opinión pública siempre hallará la forma de desquitarse.
Y aunque seguramente así sea su estilo de vida (violador de leyes y de reglamentos) por la prepotencia con que visten los cargos públicos a enfermos mentales, no hay que dar pie a la imagen que México tiene en el mundo, pues según unos colombianos que llegaron a nuestro país a asaltar a cuentahabientes de bancos, lo hicieron “porque sabemos que aquí la ley no se aplica”. Es decir, campea la impunidad.
Qué le vamos a hacer con esta clase de políticos como García Ruiz. Y luego hasta programa de radio tiene en Chiapas, donde muchos indignados radioescuchas andan buscando a su mamá, a su esposa, a sus hijas y a sus hermanas. Al fin y al cabo él lo dijo: “Las leyes, como las mujeres, se hicieron para violarlas”.
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