En Tamaulipas ya suman varias víctimas inocentes de la lucha contra la delincuencia organizada.
El fuego cruzado entre policías y delincuentes, ha dejado personas muertas que tuvieron la mala fortuna de estar en el lugar equivocado, a la hora equivocada.
En Nuevo Laredo murió una ama de casa que iba a comprar tortillas dejando a sus hijos en la orfandad, en Matamoros una jovencita que se dirigía a su trabajo recibió una bala perdida, sus últimos momentos los pasó sola, murió solita porque los policías federales no permitieron que la ambulancia la auxiliara.
Familias tamaulipecas han sido baleadas por militares confundiéndolas con delincuentes, sólo porque no hicieron el alto a tiempo en un retén militar.
La lista está volviéndose interminable, son las víctimas no contabilizadas en la lucha contra la delincuencia. Son las víctimas de un sistema de gobierno al que se le escapó el control de los grupos delincuenciales, sea por acuerdo entre ambas partes, sea porque se tenía todavía respeto por el sistema establecido.
Y la sociedad está pagando por ello.
La responsabilidad de la sociedad estriba en le mala elección de sus autoridades, porque éstas no están a la altura de las circunstancias y esto tiene que ver con todos los niveles de gobierno.
Y el resultado de ello, es lo que se está viviendo no sólo en Tamaulipas, sino en todo el país.
Sabemos que no es fortuito que el cambio de estafeta en el gobierno federal de los priístas a los panistas, repercutió en las relaciones, admitidas o no, entre delincuentes y autoridades.
Los acuerdos entre ambos se remontaban a decenios, la llegada de PAN a la presidencia de la república afectó esa relación amor-odio y el resultado lo estamos viviendo a diario en el tema de seguridad.
No hay estrategia para combatir a los delincuentes, éstos reforzaron su presencia en todos los ámbitos, incluso en los concursos de belleza, ya lo vimos hace unos días cuando aprehendieron a la representante de Sinaloa con armas y dinero en efectivo.
Como quien dice, están en todas partes, aparecen como el moho, se reproducen como los Gremlins.
Y en todo esto, sólo hemos escuchado voces aisladas de gobernadores, como el de Sonora, Eduardo Bours, que pidió la salida de los militares porque representaban un peligro para la ciudadanía, pero no ha logrado nada.
Las cosas han llegado a tal grado que ya hubo un incidente donde la esposa del gobernador estuvo presente y pudo haber resultado herida cuando los policías federales asignados a esta zona balearon el vehículo en que viajaba, en este hecho no se reconoce que hubo víctimas.
Los tamaulipecos sólo piden que sus autoridades estatales y municipales que cumplan con su compromiso de proteger a la ciudadanía y que cuando ocurran agravios contra la población civil, no volteen la cabeza a otro lado para no ver las injusticias, se hace necesario defender los derechos de las víctimas y no dejar pasar los hechos, nada más.
Se pide congruencia entre el decir y el hacer.
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