El primero de diciembre se cumplirán seis años de la atropellada toma de posesión de la presidencia por parte de Felipe Calderón.
El presidente saliente, en esa ocasión, tuvo que ponerse él mismo la banda presidencial ante un Congreso que gritaba consignas y loas, según fuera el partido de los legisladores que se dieron cita ese día histórico.
Felipe procedió a iniciar un gobierno en el que su discurso político versaba más o menos así:
“La solución, la solución a los problemas debe construirse por la vía de la paz y de la legalidad, dentro del marco de las leyes e instituciones que nos hemos dado los mexicanos y no fuera de él”. En clara alusión a Andrés Manuel López Obrador, el que lo acusaba de presidente ilegítimo después de una victoria cuestionada.
Pero en el plano de la seguridad pública su discurso cambió y dijo:
“Sé, que restablecer la seguridad no será fácil ni rápido, que tomará tiempo, que costará mucho dinero, e incluso y por desgracia, vidas humanas”.
Envueltos en la vorágine de la lucha por la presidencia, el plantón en el zócalo, la entrada por la puerta de atrás del Congreso por parte del nuevo presidente, ningún mexicano vislumbró la tragedia que se cernía sobre el país.
Esas palabras pasaron desapercibidas.
Nunca se pensó que México se bañaría de sangre, literalmente.
Mientras, Felipe seguía con su discurso:
“Pero ténganlo por seguro, esta es una batalla en la que yo estaré al frente, es una batalla que tenemos que librar y que unidos los mexicanos vamos a ganar a la delincuencia”.
El paso del tiempo nos mostró que ese compromiso adquirido, su promesa, estaba fuera de la realidad.
Y esto, tampoco lo cumplió:
“Pongamos fin a la impunidad, a la impunidad de los delincuentes que amenazan nuestras vidas y familias.(?) A la impunidad de los políticos que violentan la ley en su beneficio, a la impunidad de quienes abusan de una sociedad inerme cualquiera que sea su posición de privilegio político, económico o social”.
Ésas fueron sus palabras cuando tomó posesión.
Hoy la realidad muestra el verdadero desempeño en los temas torales que marcaron el gobierno calderonista.
“Un estudio realizado por la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables de la Cámara de Diputados arrojó que entre 2007 y 2010 han perdido la vida en hechos de violencia ?mil 600 menores de edad, mientras que aproximadamente 40,000 han quedado huérfanos como resultado del enfrentamiento contra el crimen organizado”, cita Elena Azaola, en su ensayo, “La violencia de hoy, las violencias de siempre”.
La misma investigadora indica “de acuerdo con datos del Inegi, el homicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes. Entre 2007 y 2009, el homicidio de adolescentes de 15 a 19 años creció 124 por ciento, el de los jóvenes entre 20 y 24 años en 156 por ciento y el de los jóvenes entre 25 y 29 años en 152 por ciento “.
Otro dato revelador: “La Auditoría Superior de la Federación (ASF) ha hecho severos cuestionamientos en relación con los recursos invertidos en seguridad y los resultados alcanzados. Según sus informes, es posible constatar que durante la administración de Felipe Calderón el gasto público en seguridad se ha incrementado, hasta 2010, siete veces en comparación con el sexenio anterior: “Sin embargo, no existen resultados evidentes del impacto real que han tenido estos recursos en materia de seguridad y justicia penal”, sostiene el organismo: México Evalúa.
Los datos aquí contenidos ejemplifican perfectamente en qué estado está dejando Felipe Calderón a México, para pasarlo a manos de un hombre que como candidato mostró sus debilidades.
Oh Dios mío, ¿qué nos espera?
Correo electrónico: derrotero@hotmail.com
Twitter: @derrotero_mx
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