Solidaridad, Quintana Roo.-
La celebración de origen prehispánica en la que se honra a los muertos representa entre la población de la Riviera Maya una oportunidad inmejorable para mostrar al mundo su concepción entre la vida y la muerte, así como las creencias de esos pueblos que conforman el hombre y la naturaleza.
La vida y la muerte constituyen un símbolo dramático que por siglos ha generado admiración, miedo y zozobra al ser humano.
Sin embargo en la cosmología Maya el tiempo es circular, lo que plantea el hombre y todo lo inherente a él no se acaba pues de manera natural empieza cada momento un nuevo estado.
Según la ancestral cultura en esa parte del país esa repetición constante de los ciclos permite a los diversos grupos sociales conocer el futuro y transformarlo en algo positivo para ellos y su entorno. Además, en la medida en que conocen a la naturaleza también se transforman en mejores seres humanos.
La difusión y el interés de mantener vigente esas costumbres es la parte medular de las expresiones artísticas de las comunidades mayas por lo que agrupaciones tanto nacionales como extranjeras ofrecen en Xcaret un espectáculo que recuerdan esta representativa fecha donde los hogares mexicanos predominan los rezos, los cantos, las veladoras y el humeante copal.
A la fiesta en honor a los muertos en la Riviera Maya se suman músicos, creadores, productores, bailarines, cantantes, cuenta-cuentos, historiadores y titiriteros, que con variadas técnicas exponen lo más representativo de su repertorio a los visitantes locales y foráneos, cuya afluencia se prevé aumente en estas fechas.
En ese sentido destaca la participación de Dzul Dance Company, con el espectáculo de danza contemporánea Forest of the King (Selva de Reyes) bajo la dirección de Javier Dzul, con el cual se rinde homenaje a la cultura de la región con números en los que predomina el movimiento, la luz y el color.
La actuación del grupo K’aay, de música prehispánica con la ejecución de más de 30 instrumentos se encuentra en igual caso, así como el paseo itinerante con personajes de la zona arqueológica de Calakmul, Campeche, donde destaca el protagonista “Gran garra de jaguar”.
En las actividades, la gente nativa de la zona tiene participación importante, quienes preparan comida tradicional y vistosos altares con veladoras para iluminar el camino de los muertos al inframundo o Xibalbá, al que de acuerdo con los ritos funerarios mayas las almas pueden llegar tras superar obstáculos según el comportamiento del fallecido en la tierra.
La Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconoció en noviembre de 2003 a la festividad indígena de Día de Muertos como obra maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad.
La distinción otorgada en París, Francia tiene como fundamento que esa celebración es “una de las más relevantes del patrimonio de México y del mundo y una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor fuerza entre los grupos indígenas del país”.
En el documento de declaratoria se destaca que “ese encuentro anual entre las personas que lo celebran y sus antepasados desempeña una acción social que recuerda el lugar del individuo en el seno del grupo y contribuye a la afirmación de la identidad”.
Subraya que aunque la tradición no esta formalmente amenazada su dimensión estética y cultural debe preservarse ante el creciente número de expresiones no indígenas y de carácter comercial que tienden a afectar su contenido inmaterial.
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