México, D.F.-
Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), someten a procesos de restauración a la milenaria pintura mural del Edificio 11 de El Tajín, -afectada por la humedad tras el paso del huracán Karl en 2010-, con el fin de garantizar su conservación a largo plazo.
La obra, uno de los dos ejemplos pictóricos conocidos hasta ahora en esa ciudad prehispánica del norte de Veracruz, posee símbolos asociados con los dioses Tláloc y Quetzalcóatl, comenzó a registrar problemas de humedad tras el paso del huracán “Karl”, en septiembre de 2010, ya que la concentración de agua, al evaporarse, buscó salida por los frentes más porosos: dañando los pisos de estuco y la pintura mural realizada al fresco, entre 900 y 1100 d.C.
Por esa situación, se registró la aparición de sales sobre la capa pictórica de los murales del Edificio 11, así como fracturas y faltantes en los pisos estucados de sus cuartos interiores, los cuales ya se encontraban afectados por los movimientos del suelo y del subsuelo.
Tanto las pinturas, como las habitaciones, forman parte de una subestructura que tiene un talud (pared plana inclinada) en forma de U. Los murales prehispánicos se distribuyen a lo largo de ese talud: 12 m en su sección norte, 6 m en la oeste y 17 m en el área sur, y la altura va de los 70 cm al metro de altura.
El restaurador Benjamin Jean-Marc Blaisot, partícipe de las tareas de conservación, explicó que para recuperar la visibilidad de los murales -disminuida en 50 por ciento por las sales-, a partir del julio pasado se comenzó un tratamiento consistente en trabajos de limpieza, en algunos casos de tipo mecánico para retirar el excremento de arañas, hormigas y otros insectos, que habían hecho de la palapa su refugio.
Las capas de sales que cubren la pintura se disuelven con algodón empapado en una solución de agua-alcohol y con la aplicación de papetas impregnadas de una pasta de celulosa, cuya humedad provoca que las sales se filtren hacia ellas, y una vez secas se retiran junto con el velo salino.
Los diseños pictóricos, refirió consisten en una sucesión de representaciones de grecas inversas y lenguas bífidas, enmarcadas por cenefas. Dentro de la “lengua bífida”, se aprecian símbolos relacionados con las deidades de Tláloc y Quetzalcóatl. Sobre el fondo azul de la escena, sobresale una paleta de colores rojo, ocre, rosa y amarillo. Y es probable que los tonos marrones se hayan obtenido del uso de óxido de hierro.
El restaurador del Centro INAH-Veracruz, comisionado en El Tajín, detalló que una vez estabilizada, la pintura mural volverá a cubrirse. Estos murales lograron preservarse a lo largo de los siglos, debido a que estaban tapados por otras etapas constructivas del Edificio 11.
Para protegerla nuevamente, indicó el especialista, se pondrán dos capas de geotextil sobre la pintura mural, y que permitirán el paso de las sales. Luego se extenderá una capa de tierra de sustrato vegetal (conocida como tierra vega) para nivelar, así como un nuevo núcleo o muro, más una capa amortiguadora para que respire el edificio y no se presenten daños mecánicos. Sobre todas estas cubiertas se instalará después una réplica de los murales.
En suma —dijo el restaurador Benjamin Blaisot —, “estos trabajos permitirán que la pintura mural ya no funcione como un frente de evaporación o de secado”.
La intervención que concluirá antes de finalizar el año -en el marco del 20° aniversario de El Tajín como Patrimonio Mundial- “mitigará el impacto visual que generaban las cubiertas y también dará al visitante una mejor comprensión del contexto arquitectónico del Edificio 11, que se integra a un juego de pelota inmediato a la Pirámide de los Nichos”.
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