México, D.F.-
El homenaje póstumo en honor de Guillermo Fernández (1932-2012) realizado en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes inició con una exigencia: el esclarecimiento de la muerte del poeta y traductor jalisciense, quien el 31 de marzo fue hallado sin vida en su casa de Toluca con un golpe en la cabeza, maniatado y amordazado.
“Que este homenaje sea a su vez un acto de protesta por el horrendo crimen del que (Fernández) fue víctima y que los culpables sean castigados con rigor por la justicia. No puede ser que una persona que sólo estaba en el mundo cultivando el bien espiritual haya sido objeto de un atentado de tal naturaleza”, expresó el poeta Raúl Renán, con quien Guillermo Fernández, Francisco Hernández y Carlos Isla fundaron La Máquina Eléctrica Editorial, “de poetas y para poetas”.
Vicente Quirarte se refirió a la disciplina de Fernández, quien es considerado el traductor mexicano más importante del italiano al español: “nunca quiso ser un ciudadano útil a la sociedad, pero fue un incansable trabajador. Si, como dijo al poeta Víctor Ortiz en una entrevista, en la traducción (Fernández) encontró una tabla de salvación, en su personal naufragio, en el silencio que parecía querer oprimirlo y ahogarlo, trabajaba con disciplina y eficacia de obrero y no permitía que nada ni nadie lo interrumpiera”.
El poeta, narrador y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua también habló de la obra poética de Fernández, autor de Visitaciones (1964), La palabra a solas (1965), La hora y el sitio (1973) y Bajo llave (1983): “En sus últimos años, -expresó Quirarte- (Fernández) regresó a la poesía personal; cada vez más breve, antirretórica y seca; cada vez más alta y diferente a lo que había escrito antes”.
Quirarte también propuso el rescate de los libros y documentos de Fernández para que ingresen a una institución que los custodie y los haga accesibles.
Jorge Esquinca, poeta y amigo de Fernández y autor del prólogo de Arca, libro que reúne la obra poética de Fernández y que fue publicado por el gobierno del estado de Jalisco a mediados de 2011, recordó también la disciplina del traductor tapatío, quien se mostraba cortante con sus amigos cuando éstos le llamaban por teléfono de día, que era cuando trabajaba en la traducción.
El poeta Hernán Bravo habló del gusto de Fernández por la música, quien era amante de la obra de Mahler, The Doors y Leo Dan, y se refirió a la breve obra del traductor jalisciense, quien “escribió 300 páginas de poesía en medio siglo”.
En el homenaje, que fue moderado por Héctor Orestes Aguilar, también participaron la poeta y editora Enzia Verduchi y el compositor Guillermo Zapata, quien escribió una canción en honor de Fernández.
Además de escribir poesía, traducir a autores como Cesare Pavese, Pier Paolo Passolini y Leonardo Sciascia, y ser fiel seguidor de Las Chivas, Guillermo Fernández, impartió talleres de poesía. Su homenaje, que se preparaba para más o menos el 2 de octubre de este año, cuando llegaría a los 80 años de vida, tuvo que ser adelantado por su abrupta muerte.
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