México, D.F.-
El Museo del Pueblo Maya reabrió sus puertas en la Zona Arqueológica de Dzibilchaltún, en Yucatán y tras dos años de rehabilitación, se rescató esta obra del arquitecto Fernando González Gortázar, en cuyo techo se exhiben unas 700 piezas históricas, algunas mostradas por primera vez, que resumen tres mil años de desarrollo de esta cultura.
Además, este fin de semana también se abrió al público la nueva Sala de Interpretación de la Zona Arqueológica de Chichén Itzá, dispuesta por los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), como un medio para ayudar al público al mejor entendimiento de la antigua cultura maya en la ciudad de los itzaes.
En un comunicado del INAH se destaca que el espacio reúne el talento de arqueólogos y museógrafos del Instituto, para ofrecer una línea de tiempo acompañada de las piezas más emblemáticas halladas en el sitio.
En el caso del Museo del Pueblo Maya, en Dzibilchaltún, el INAH hizo una importante inversión para garantizar el funcionamiento de este espacio y la seguridad del visitante. Por medio de un sistema de tirantes estructurales que soporta las lozas del techo, fue posible corregir las fallas de origen que se incrementaron tras el paso de los huracanes “Isidoro” y “Wilma”, en 2002 y 2005, respectivamente.
Arturo Cortés Hernández, coordinador Nacional de Museos y Exposiciones del INAH, detalló que estos trabajos se efectuaron con el aval de su autor, González Gortázar (Premio América de Arquitectura 2009); y tras dos años de permanecer cerrado, este museo —abierto en 1994— fue reinaugurado este fin de semana.
El guión museográfico da a conocer los hallazgos recientes registrados en la zona arqueológica, entre ellos destaca la exhibición del entierro del gobernante mejor conocido de Dzibilchaltún, el señor Kalom ‘Uk’uw Chan Chaak, quien dirigió los destinos de esta ciudad maya a finales de 700 o inicios de 800 d.C.
La arqueóloga Diana Trejo Torres, directora del Museo del Pueblo Maya, destacó que además de una ofrenda abundante de vasijas y otros objetos precolombinos, se descubrió el fémur de una especie de venado local, conocida como yuk, con una inscripción grabada que hace referencia al nombre original de Dzilbilchaltún: Ch’iy Chan Ti’ Ho’, antecedente prehispánico de lo que hoy es la ciudad de Mérida.
El entierro de Kalom ‘Uk’uw Chan Chaak y su ofrenda mortuoria —que estaban bajo resguardo en el Museo Regional “Palacio Cantón”—, además de una estela con la imagen del gobernante (600-900 d.C.), son algunas de las piezas estelares del recinto.
Un amplio corredor con palapa de techo de huano, el cual también fue sustituido dentro de los trabajos de renovación, lleva a la primera sección del museo, un espacio abierto de 735 m2, conocido como Pérgola de los Monolitos.
En convivencia con plantas endémicas, en ese lugar se distribuye una veintena de grandes esculturas en piedra, que alguna vez formaron parte de fachadas de templos y palacios; otras son estelas conmemorativas y altares que proceden de Dzibilchaltún y de otras urbes mayas de los estados aledaños como Quintana Roo y Campeche.
El sendero que atraviesa la Pérgola de los Monolitos conduce a la Sala de Arqueología del Museo del Pueblo Maya, que a decir de su directora, Diana Trejo, sintetiza el objetivo mismo del recinto: ofrecer un recorrido por el mundo de los mayas, una civilización que se adaptó a distintos ecosistemas al abarcar un territorio de casi 350 mil kms2, ahora dividido entre México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice.
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