México, D.F.-
Es el júbilo llevado al grado de éxtasis. Héctor Reynoso emprende la carrera. El estadio está de pie. El botín derecho conecta con fuerza el esférico. Gol de Chivas, de penalti. Los aficionados saltan, se abrazan. El capitán rojiblanco corre y grita el agónico 2-1.
Los jugadores de Cruz Azul, incrédulos sobre el campo. La ventaja se les escapó en los minutos finales. Comienza el canto en la grada. Los rojiblancos agradecen en el centro del campo. Los cementeros persiguen a Luis Michel. Chivas hilvana su tercer triunfo en fila.
El futbol, dicen algunos, se trata de hacer y no de merecer. Por eso, los intentos de Chivas durante la primera parte sirven de muy poco.
Los dirigidos por Ignacio Ambriz tienen posesión. Incluso generan algunas llegadas. Pero la falta de contundencia, aparece una vez más. Cruz Azul controla los embates y espera… paciente.
El dominio es local. Pero resulta estéril. La Máquina sólo necesita un destello para encenderse. “Chaco” Giménez acomoda el esférico. Tiro libre que significa la primera aproximación de los visitantes. El disparo es potente y con gran colocación. Michel vuela, alcanza a manotear el balón, pero no con suficiente fuerza. La pelota pega en el travesaño y vuelve al campo. Emanuel Villa únicamente tiene que empujar con la cabeza el 0-1.
La justicia no está del lado de las Chivas, no por ahora.
El segundo tiempo sigue el mismo guión. Guadalajara controla las acciones, pero Cruz Azul le corta el ritmo. En los primeros 15 minutos, Chivas genera, seis aproximaciones. La Máquina, nada. Dominio claro, pero estéril.
Cruz Azul llega poco, pero cuando lo hace es con peligro. Un largo centro desde la derecha causa estragos en la defensa rojiblanca. Emanuel Villa queda solo a la altura del manchón penal y de cabeza exige a Michel.
Es Guadalajara el que propone el encuentro, pero el esfuerzo al máximo no encuentra la recompensa anhelada. Marco Fabián cimbra el travesaño de Jesús Corona. El rojiblanco se toma la cabeza con ambas manos. El empate se niega a llegar.
El triunfo de Cruz Azul parece sentenciado. Pero el futbol ofrece esas mágicas excepciones que confirman reglas. Quienes dicen que este deporte es de hacer y no de merecer, esta vez se equivocan, pues a veces, el que merece, termina por hacer suyo el resultado.
Érick Torres entra al área por el costado izquierdo. Se arma de fe y dispara. El balón es rozado por la zaga y al fin, estremece las redes. El 1-1 al fin, pero la historia no ha terminado.
Chivas insiste. Se cumplen los 90 minutos de tiempo reglamentario, y dentro del área, sin balón de por medio, Néstor Araujo le mete un puñetazo al Cubo. Esta vez no hay engaño de Torres. El juez de línea Carlos Ayala es quien marca la falta. El árbitro Jorge Pérez señala el penalti.
Reynoso se para frente al esférico. Un vistazo fugaz a Corona. Concentración en el balón. Tiro potente, como suele cobrarlos. La redonda besa las redes. Explota el estadio. Chivas consigue el impensable 2-1. El silbatazo final concreta su tercera victoria al hilo.
La resurrección rojiblanca va en serio. El resultado se ha decretado.
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