México, D.F.-
“No me crean, lean mi expediente y allí encontrarán las pruebas de mi inocencia, encerraron mi cuerpo mas no mi mente y ahora voy a luchar por todos nosotros que sufrimos una injusticia en México”, dice Florence Cassez, sentenciada en México a 60 años de prisión por el delito de secuestro.
En una carta, escrita el 20 de marzo de 2010, la ciudadana francesa pide: “Quiero que mi voz se escuche. Ya no tengo miedo, sufro una gran injusticia como muchos de ustedes”.
La carta fue escrita y entregada a El Universal por Florence Cassez durante una visita que se le realizó en el penal femenil de Tepepan. Tras una plática de siete horas, en la que esgrimió sus argumentos en los que basa su afirmación de inocencia.
En prisión, Cassez ha recibido más de 3 mil cartas de gente que la apoya en México, Francia, Canadá, Argelia, España, Bélgica, Italia, Alemania, Marruecos y Japón.
—¿Qué quieres decirle a los mexicanos? —se le preguntó en 2010.
—Que se debe ver más allá, que utilicen mi caso para todos los mexicanos que sufren injusticia, lo que me pasó le puede pasar a todos. El pueblo fue engañado. A los políticos les pido que utilicen mi caso para ayudar a los otros. Me dieron poder y lo voy a utilizar.
—¿Qué les dirías a los testigos?
—Que aquí aprendí que la vida da muchas vueltas, que no hagas algo que no te gustaría que te hicieran. No sé cómo pueden dormir con lo que hicieron. Ellos saben que no los traté, que nunca los vi. Vivir con una mentira de ese tamaño no es cualquier cosa. Yo viví un secuestro, esas 20 horas que me tuvo la policía, los entiendo, pero no fui yo quien los dañó.
“Tengo 10 mil preguntas que hacerles. No sé por qué la señora Cristina cambio su declaración. Ezequiel primero dijo que nunca me vio, que sólo un mechón del cabello y las caderas, ¿cómo puede decir que me reconoce? Cuando lo liberaron los policías dijo que le acababan de anestesiar el brazo, ¿quién lo hizo si yo llevaba 20 horas detenida en una camioneta?”.
—¿Fuiste torturada?
—Luis Cárdenas Palomino me pegó para que dijera lo que él quería a las cámaras, nunca le importó que hubiera medios. Ya habían pasado 20 horas desde que me detuvieron. No había dormido, tenía frío, no entendía a lo que quería llegar, las groserías que me decía las desconocía.
—¿Tienes miedo?
—Lo tuve durante mucho tiempo. Hoy estoy dispuesta a todo. Es mi historia, es la verdad, me sentí liberada con mi libro (A la sombra de mi vida) ¿Qué pueden hacer?, ¿matarme? Prefiero morir de pie que vivir agachada… no me voy a callar.
—¿Tienes rencor a México?
—Contra México no. Hago una gran diferencia, separo muy bien lo que es el gobierno, la policía y la corrupción, del pueblo. El mexicano es noble, es bueno, aquí descubrí gente maravillosa, corta el pan para darte la mitad.
—¿A Israel Vallarta?
—Nunca lo amé, hace tiempo que dejé de culparlo de lo que me pasa, lo culpé mucho tiempo.
Las siete horas se van en un suspiro. Una custodia llega a la puerta del salón y grita: “Se terminó la visita”. Florence se apura a escribir en la portada del libro de Anne Vigna, Fábrica de culpables:
“A México, un país que he aprendido a amar con su gente: yo soy inocente. Quiero que mi voz se escuche. Ya no tengo miedo. Sufro una gran injusticia como muchos de ustedes. No me crean, lean mi expediente y allí encontrarán las pruebas de mi inocencia. Encerraron mi cuerpo más no mi mente y ahora voy a luchar por todos nosotros que sufrimos una injusticia en México. Jamás me callaré”.
Discussion about this post