México, D.F.-
Trabajos de salvamento arqueológico realizados en los límites de lo que fue el Recinto Sagrado de Tenochtitlan, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, permitió a investigadores del INAH identificar 12 de las 78 construcciones prehispánicas que existieron en ese sitio, de las cuales ocho se conocen por su nombre, conforme registros históricos de fray Bernardino de Sahagún.
De acuerdo con el arqueólogo Álvaro Barrera Rivera, quien dirigió cerca de una década el Programa de Arqueología Urbana (PAU) del Proyecto Templo Mayor, el modelo de reconstrucción arquitectónica aplicado al centro ceremonial mexica, coteja en esta identificación tanto la información obtenida por el PAU, como la derivada de rescates arqueológicos realizados en el perímetro.
Según un comunicado de prensa del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), agrega que las labores efectuadas en los albores del siglo XX por los arqueólogos Leopoldo Batres y por Manuel Gamio, en lo que era la esquina de Guatemala y Argentina; la consulta de planos hechos para la construcción de la línea 2 del Metro, más la información de los trabajos de cimentación de la Catedral Metropolitana, son parte del acervo consultado en esta investigación.
Destacó que teniendo como referente el centro del Templo Mayor, el Recinto Sagrado de Tenochtitlan se extendía 166 metros al sur, 168 metros al norte, 222 metros al poniente y 11 al oriente, espacio en el cual —conforme los Primeros Memoriales, escritos por Sahagún en el siglo XVI— estaban distribuidas 78 edificaciones, limitadas por un muro perimetral, que en su mayor parte medía 20 metros de ancho, y tuvo una altura que oscilaba de 2 a 2.50 metros.
Barrera explicó que el centro ceremonial de los mexicas reproducía la idea mesoamericana de los cuatro rumbos del universo, cosmovisión que consta en documentos prehispánicos, entre ellos la primera página del “Códice Fejérváry Mayer” o “Tomalácatl” de los pochteca.
Los cuatro espacios cósmicos partían de un centro. Así, en el recinto sagrado —dijo— es de suponer que había cuatro conjuntos arquitectónicos, al cual se sumaría un quinto o central, donde se encontraba el edificio principal: el Templo Mayor o Huey Teocalli, que consistía de una pirámide doble, en cuya cúspide estaban los templos dedicados a los dioses de la guerra y la agricultura, Huitzilopochtli y Tláloc, respectivamente.
En cada complejo debió repetirse un patrón constructivo, constituido por un templo principal, en torno al cual estaban distribuidas otras estructuras, como un juego de pelota, un tzompantli o altar de cráneos, un calmécac, un estanque, una estructura de planta mixta, etcétera.
De los cinco conjuntos arquitectónicos que debieron conformar el Centro Ceremonial de Tenochtitlan, la evidencia arqueológica ha permitido comprender la constitución de dos de ellos: el Complejo del Huey Teocalli o Templo Mayor, y el Complejo del Dios Tezcatlipoca, que debió abarcar parte del área que hoy ocupan Palacio Nacional, la calle de Moneda y el edificio del Antiguo Palacio del Arzobispado.
Del Complejo del Huey Teocalli los expertos del INAH han logrado reconocer los restos del Templo de Ehécatl-Quetzalcóatl, referido en la relación de Sahagún como Ilhuicatitlan; un patio (Netotiloyan), un hogar redondo que no está en relación de las 78 construcciones (Tlexictli), un tzompantli (mencionado como Hueitzompantli), y un edificio pequeño nombrado como altar-tumba de los Xiuhmolpilli, que no se logró identificar con los descritos por el cronista español.
Otros vestigios de construcciones del conjunto del Huey Teocalli son: un juego de pelota (Teutlachco), un templo similar a los Templos Rojos que se hallaban al norte y sur del Templo Mayor, un templo con doble acceso y clavos arquitectónicos en su fachada. Este par de edificaciones tampoco pudieron identificarse con lo descrito por Sahagún.
Respecto al Conjunto del Dios Tezcatlipoca —que se localizaba al sureste del recinto sagrado—, los datos arqueológicos señalan la existencia de un templo principal mencionado como Tlamatzinco, que estaba dedicado a Tlamatzincatl, “el dios que siempre es mancebo”, que era otro de los nombres que aludían a Tezcatlipoca.
En relación al Tlamatzinco había un Tzompantli, otro juego de pelota denominado Tezcatlachco, un recinto con patio hundido o estanque (Tezcaapan), y un cálmecac, al que se hace referencia como Tlamatzinco Calmécac o Teccizcalco.
Barrera comentó que el recinto de patio hundido o Tezcaapan (también señalado por Sahagún), tiene cuatro escalones hacia el centro y no tiene acceso. Los restos de un canal que pasa por el medio, hace suponer que esta construcción se anegaba un par de escalones y servía a los sacerdotes mexicas para lavarse la sangre producto del autosacrificio.
De las 78 construcciones que, de acuerdo con fray Bernardino de Sahagún, conformaban el espacio sagrado mexica, “actualmente conocemos alrededor de 50, pero no todas las hemos identificado. Aunque conocemos los nombres de todos los edificios por la relación del cronista, en algunos casos sólo existen basamentos, es decir, desconocemos las estructuras que hubo encima de ellos y su función”, concluyó.
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