México, D.F.-
La historia, la imagen de esa historia y, finalmente, su representación o traducción al dibujo, son las etapas de la obra del artista peruano Fernando Bryce (Lima, 1965).
Alrededor de mil dibujos suyos ocupan varias salas del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC). Integran la muestra “Dibujando la historia moderna”, que abre el sábado y que reúne 18 series representativas de una obra que persigue construir nuevas formas de representación de la memoria histórica. Tras estar en el Museo de Arte de Lima, llega al Distrito Federal, en la que es su primera antológica en América Latina.
Bryce alterna su residencia entre Lima y Berlín, ciudad a la que llegó en 1988, tras estudiar arte en París. Su obra, que pasa por etapas de investigación en archivos, bibliotecas y anticuarios, es descrita por él mismo “como una manera de cuestionar esas imágenes que han creado nuestro imaginario de una época”. Explica que hace una reconstrucción a partir de estas “imágenes mediáticas” que son un poco como “ideología impresa”.
Traductor, intérprete o amanuense, es todo un poco. Escenas, capítulos, personajes, procesos de la historia universal, latinoamericana, peruana, son retomados y dibujados por él recogiendo la esencia con la que fueron llevados a la prensa.
La II Guerra Mundial, la Guerra Fría, Perú en distintas épocas, el colonialismo, el imperialismo y la visión eurocentrista del mundo tienen cabida en los cientos de dibujos que componen un relato donde arte y realidad van de la mano.
“Siempre me ha interesado la política, pero cuando empiezo a dibujar a partir de documentos mi interés primero es no cómo funcionan la imagen y la ideología a través de la propaganda, sino una constatación: la diferencia entre una imagen y el dibujo que yo hago. Esa diferencia crea una especie de situación paródica que me motivó a seguir esta línea”.
Junto a varias colecciones del archivo del artista y objetos, se presentan las series The Spanish Revolution, The Spanish War, Américas, Visión de la pintura occidental, Atlas Perú, East Asia Review, Kolonial Post, Huacto TV Südsee, Pensamiento Hawaii, Museo Hawaii, Die Welt, El mundo en llamas, Sin título, Cronologías, y The World Over.
Su obra abunda en dos aspectos: El método de trabajo y la intencionalidad historiadora.
“Los títulos vienen de algún documento, de citas, mi trabajo es como un sistema de citas: retomo, traduzco, transcribo no invento nada. Dibujo lo que está en un original”.
-¿Por qué y para qué?
-Cierto; podría poner fotocopias. Es un recorrido inverso lo que hago. Son formas específicas hechas en un momento determinado. En la serie Kolonial Post, por ejemplo, pasa que el colonialismo alemán en África no es muy conocido, pero fue premonitorio de lo que pasaría luego; ahí se configuran prácticas que serían aplicadas; los vínculos colonialismo-fazcismo. Esa ideología de colonialismo en África se traslada al este europeo.
¿Por qué la historia y no la medicina, la ciencia u otro tema? Bryce reconoce un interés común, desde muy chico por el dibujo y la historia política. Pero además, dice, “es obvio que hay una cuestión eurocéntrica muy fuerte en todos los documentos que trabajo, donde hay una visión sobre una cierta superioridad de determinados pueblos”. También hay contrapuntos, como los que dan los relatos de ficción en producciones de cine hollywoodense o las del humor. En todo caso, se trata de que esas imágenes salgan de los archivos y “recobren el espacio público”.
La selección que hace el artista de los documentos es a partir de la construcción de un relato de los acontecimientos, a partir de elementos relevantes, de sus propias ideas sobre la historia o de aquello de lo que no se habla, por ejemplo, del exterminio en medio de la II Guerra.
Bryce, quien ha sido testigo de cambios en Alemania, como la caída del muro (con la ya clásica escena de los trabis de Berlín oriental entrando a la zona occidental), también ha visto los cambios que han venido después y, sin embargo, advierte que aún, entre muchas personas, permea una “comprensión de la nacionalidad muy ligada al derecho de sangre, lo cual es una barbaridad”.
Una de las intenciones de su obra es acercarse a esa historia generada por el imperialismo y el colonialismo: “En Europa, por más que determinadas personas tengan un punto de vista crítico con ese pasado, no necesariamente asumen que mucha de su cultura, de sus formas de pensar y de ser están determinadas por esa historia. Esta historia colonial e imperial europea o euronorteamérica nunca es asumida como parte de la propia historia, sino como errores de los que hay que pedir disculpas, pero que no tiene que ver con su cultura, cuando en verdad no es así porque han sido determinantes para la forma de pensar, para la forma de acercarse a los otros y para las formas de pensar de los colonizados”.
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