México, D.F.-
Gracias al Festival Internacional de Cine en Guadalajara, que inicia este viernes su edición 27, a Teresa Ruiz le comenzaron a llover ofertas y a Carlos Sama le ayudó a vender sus cortometrajes en Francia; Gerardo Tort despegó como un gran director mexicano y Luis Arrieta se dio a conocer como productor.
Además, los ganadores nacionales de este festival en los últimos diez años, han logrado desarrollarse en la pantalla grande.
“Malos hábitos”, de Simón Bross, vista en Estados Unidos; “En el hoyo”, documental que atrajo a cerca de 40 mil espectadores cuando el género no era bien visto en cines y “Perfume de violetas”, propuesta que dio 40 millones de pesos de ganancias, al sector distribución y exhibición, son muestra de ello.
“A Guadalajara le debo todo, fue el primer premio. Ahí fue Carlos Bolado, me invitó a participar en su siguiente película”, recuerda Teresa Ruiz (Mayahuel 2009, Viaje redondo).
Aunque no tiene las condiciones mediáticas de Berlín o Cannes, el FICG es considerado uno de los más importantes de Iberoamérica, gracias al mercado donde llegan compradores de diversos países, y representantes de festivales.
“Te ven y llegas a lugares que no pensaste”, recuerda Carlos Sama, ganador del Premio del Público con “Sin ton ni Sonia”. “Ahí conocí a gente para que mis cortos ‘Tiene tarde los ojos’ y ‘La cola entre las patas’ (2005 y 2007) se colocaran en Francia y me lo hayan pedido en festivales de Asia. Es una gran plataforma”, agrega.
¿Lo negativo?
“El mago”, de Jaime Aparicio, ganó en 2005 y ahí inició su recorrido en festivales internacionales, incluyendo Montreal, donde ganó el premio de ópera prima. Pero meses después, durante su estreno comercial en salas nacionales, no pintó.
Esto también le pasó a ¡La última mirada”, de Patricia Arriaga, “Naco es chido”, de Botellita de Jerez y “Las buenas hierbas”, de María Novaro, títulos que en su presentación en el certamen fueron criticados favorablemente. La desventaja que se tiene ahí, considera Jorge Sánchez, ex director del festival, es que al ganar un título nacional, la ventana de exhibición comercial en México, es difícil. “No hay un timmig adecuado, porque ganan y ni modo de estrenar en el verano, cuando llegan las grandes producciones estadounidenses. El premio que se gana ya no sirve para anunciarla, porque pasa mucho tiempo al salir”, destaca.
Pero aún así, dice Armando Casas, actual director del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) y que en su momento acudió con “Un mundo raro”, el saldo es positivo. “Mediáticamente tu película comienza a sonar y cuando gusta, te da más seguridad como director, sabes que agradó”.
El actor y productor Luis Arrieta, que ganó el galardón del público con “Los inadaptados”, bromea aduciendo que el mayor beneficiario del FICG es el ego del cineasta. “Sirve para que la friega que se metieron los productores en dos años sea festejado, viéndose por fin en pantalla”.
La ganadora anterior, El premio (Paula Markovitch), apenas se estrenará en junio. Su destino no se sabe.
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