De la misma manera que algunas empresas que cotizan en bolsa se auto complacen configurando en sus escritorios pronósticos de bajo alcance para posteriormente someter a los observadores a un espejismo de apreciación exhibiendo un éxito que de hecho es inexistente, alguien quiso sorprender a todo México, usando a los banqueros.
Afortunadamente, en beneficio de la verdad, las decisiones electorales de la sociedad mexicana todavía no se basan en pronósticos de inversión bursátil, sino más bien en una sensibilidad social que a últimas fechas, se ha perfeccionado como resultado del nerviosismo urbano y rural a que nos ha sometido la errónea manera en que el gobierno federal, ha combatido los delitos contra la salud.
Es decir, en medio del caos psicológico que invade a calles, carreteras e inclusive centros universitarios, la estrategia panista de presentar el posicionamiento estadístico de su candidata en un escenario por demás bursátil, como de hecho lo es una reunión de banqueros, falló.
Alguien entonces, asesoró mal al presidente de México y le propuso que tenía que aprovechar el entorno financiero que le garantizaba esa reunión, para que dentro de un marco eminentemente bursátil, y sin importar la veda electoral, hiciera aparecer a Josefina Vázquez Mota como si fuera un portafolios de inversiones con un futuro muy promisorio.
Y ahí, precisamente ahí, estuvo el error. En que Felipe Calderón presentó la opción electoral que ofrece su partido, como paquete accionario a la alza, esperando con ello, que a partir de esa sesión de banqueros, se corriera la voz entre los hombres de negocios que el futuro político del país es azul, pero que “no le digan a nadie”, porque es información privilegiada y confidencial.
No contaba el presidente con que los reveses sufridos por la sociedad mexicana en la inagotable lista de aristas en las que se cometieron descuidos y abusos durante su sexenio agotó la confianza, incluyendo la de los banqueros.
Habida cuenta de la decepción monstruosa que le obsequió a la nación desde la comodidad de su investidura presidencial luego de haberse comprometido a ser el presidente del empleo, la capacidad analítica del pueblo, banqueros incluidos, solo descansa en la revisión del sexenio actual y por lo tanto, aunque es entendible, no es justificable, que Felipe Calderón busque así, la victoria de su partido.
Otro ángulo de descuido quizás involuntario al pretender usar a los banqueros como catapulta mediática para ayudar a la candidata panista, fue que recientemente la opinión pública mundial, docta y no, en materia de calificaciones crediticias, se enteró que las crisis económicas estadounidense y europea, provenían precisamente de las esferas financieras. Ese detalle bastó a los mexicanos para guardar recelo al pronunciamiento presidencial.
Pero vayamos de todas maneras a la secrecía; esa que no se logró guardar al final de la reunión y que si se hubiera logrado, equivaldría entonces a comprobar que sí existe una complicidad hermética de alta peligrosidad para los ahorradores, cuentahabientes e inversionistas.
El solo hecho de que los mismos banqueros exhibieran ante los medios la osadía presidencial de pretender engancharlos con un reporte estadístico que favorecía a su partido de derecha con una calificación a todas luces inflada, demuestra un estado de ánimo en las filas de los que sí entienden de economía. Sencillamente, no se prestaron al juego.
La pretensión presidencial de impulsar la candidatura de su partido mostrando en privado una encuesta que posicionaba a Josefina Vázquez Mota a solo cuatro puntos de Enrique Peña Nieto, tuvo que haber tenido dos interpretaciones inmediatas en el seno de la sesión de los especialistas financieros. La primera, de aceptación incondicional de parte de los que ya sabían que se iba a dar esa cifra en esa reunión; y la segunda, de sorpresa e indignación de los que no sabían, porque no solo para ellos que son expertos en cifras, sino para todo el país, es sabido que la distancia que le lleva Enrique Peña a Josefina Vázquez en las encuestas, es mucho mayor.
Abrir los ojos a la realidad no les tomó mucho tiempo a los banqueros. El presidente buscaba convencerlos de que las cosas andan bien para su partido y en consecuencia, la banca en México, mayoritariamente sostenida por capitales extranjeros, podría, a partir de esa “proyección”, estar muy tranquila hasta el final de su mandato, convencida de que el beneplácito a las inversiones y a la sostenibilidad de los proyectos nacionalistas con mezcla de apoyos extranjeros, solamente la puede proveer el PAN desde Los Pinos.
No sé en realidad cuantos votos haya querido asegurar el presidente con esa jugada, pero lo que sí sé es que al darse a conocer esa audaz diferencia de 4 puntos, todos los mexicanos en coro aprobaron esa “proyección” presidencial y por primera vez en 5 años de gobierno federal, estuvieron de acuerdo al cien por ciento con Felipe Calderón.
Sorprendente o no, en estos momentos circula por todas las redes sociales que Felipe Calderón no se equivocó y que efectivamente son cuatro puntos los que separan a Josefina Vázquez Mota de Enrique Peña Nieto y éstos puntos son: 1. Falta de Empleo; 2. Educación de pésima calidad; 3. Olvido total al campo (especialmente en la zona Rarámuri) y 4. La guerra Inútil.
Para la creatividad de Solá, la cordura del pueblo mexicano.
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