Buenos Aires, Argentina.-
“El tren venía llenó. Sobrecargado, con las puertas abiertas y no frenaba y de inmediato comenzó a romperse todo el tren. Fue una sensación horrible, pensé que me moría aplastada, pero un ángel me salvó, a mí no me tocó”, se sinceraba Lucrecia Marín, de 51 años. Tuvo suerte.
Otros 50 pasajeros de ese “tren de la muerte”, en el que se convirtió en los últimos años el ferrocarril Sarmiento perdieron la vida; 676 más resultaron heridos.
Todo ocurrió a las 8:32 de la mañana (5:32 en México), cuando el tren que había salido una hora antes desde la localidad de Moreno no logró frenar al llegar a la terminal de Plaza Once. Colisionó contra los frenos hidráulicos y los vagones del medio de la formación “se convirtieron en una especie de acordeón, fueron aplastados”, explica Juan, de 24 años empleado de Comercio en la puerta del Hospital Durand adonde, como otros tantos heridos, fue trasladado.
“Hay 60 heridos por lo menos que están graves en los distintos hospitales en donde están distribuidos”, explicó el médico Carlos Crescenti, jefe del servicio de urgencia SAME. En el vestíbulo y el anden número dos de la estación Once, todo era terror y caos.
Los bomberos y el SAME se habían quedado sin camillas y en la calle las ambulancias y los helicópteros no dejaban de trasladar heridos. Esa zona de la capital argentina parece signada por la tragedia. Allí, a escasos metros, el último día de 2004, el paisaje era muy similar, pero esa vez por un incendio en la discoteca República de Cromagnon, que dejó 180 muertos.
“Y lo peor que en ambos casos son tragedias fruto de la corrupción”, se quejaba Francisco Tortoza, el vendedor de periódicos de la avenida Pueyrredón, a metros de la estación.
Los testimonios de los pasajeros y testigos eran coincidentes. Varias estaciones antes la formación había tenido inconvenientes para frenar.
Al ingresar al andén número 2 de la estación Once (como se conoce popularmente a Plaza Miserere), “noté que ingresaba muy rápido hasta que chocó y el mismo impacto aplastó a los vagones del medio. Yo viajaba atrás de todo y sólo me golpee la rodilla”, explicaba Nora Sánchez, visiblemente consternada en el vestíbulo de la estación, entre camillas albergando heridos, pasajeros que caminaban absortos o en llanto y familiares presos de la desesperación que intentaban saber qué había pasado con sus seres queridos, que iban en el tren.
En los hospitales y en la morgue se repetía la misma escena: padres, hijos y hermanos que buscaban a sus familiares de los que no se conoce aún el paradero.
“Sé que subió al tren porque la dejé yo en la estación, como todas las mañanas. La busqué en 14 hospitales y en las morgues pero nada”, explicó José Pontiroli, que buscaba a su hija Marisa, de 24 años. Al menos otras 45 personas estaban en la misma situación que Pontiroli.
Esta noche, mientras se reactivaba la polémica sobre las irregularidades en el servicio de los trenes y el mal manejo de la empresa operadora Trenes de Buenos Aires (TBA), en la estación la tensión entre los usuarios y la policía estuvo a la orden del día. Finalmente no pasó a mayores.
El accidente se convirtió en el tercero más grave en la historia ferroviaria del país, El 1 de febrero de 1970 en Benavídez, en la zona norte de la Conurbano Bonaerense, hubo 236 fallecidos. El 25 de febrero de 1978 un camión con acoplado chocó contra una formación y provocó 55 muertos.
El gobierno argentino declaró dos días de duelo nacional y la suspensión de los festejos de carnaval por la tragedia ferroviaria.
El gobierno mexicano lamentó la tragedia. “La cancillería mexicana expresa su solidaridad a las familias de los fallecidos y su deseo por la pronta recuperación de quienes resultaron lesionados”, expresó.
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