México, D.F.-
Si de paráfrasis aéreo-cinematográficas se trata, también podríamos hablar de North by Northwest, aunque a diferencia del atribulado personaje de Cary Grant, el capitán Óscar Obregón no llegó al noroeste de México, a tierras bajacalifornianas, con demasiados sobresaltos, sino más bien para cumplir un sueño, una aventura empresarial: desarrollar una bodega propia, con el apoyo de uno de los enólogos más reconocidos en México, José Luis Durand, que actualmente produce una fina y sólida expresión de los vinos del Valle de Guadalupe, a partir del juego y el diálogo de las variedades Cabernet Sauvignon, Tempranillo y Syrah.
“Hemos trabajado pacientemente desde 2002. Nos ha ido excelente y cada día logramos mejor posicionamiento. Nuestros vinos le han gustado a la gente y se han vendido muy bien. En realidad no buscamos ser una gran bodega. Estamos en una producción anual de 3 mil 500 cajas y esperamos llegar a las 4 mil 500, para ahí estacionarnos, al menos durante un periodo. Ahora manejamos tres tintos, Norte 32, Teziano y Norte 32 Etiqueta Negra y más adelante, produciremos un rosado.
“Ha sido un gran trabajo en equipo en el que ha colaborado mi familia, el equipo de la bodega y el viñedo y, por supuesto, José Luis Durand, quien nos ha llevado de una manera magistral en todo el desarrollo, delimitando muy bien las necesidades y el desarrollo de los procesos. Cuando llegó por primera vez al viñedo, lo veía que daba y daba vueltas, se detenía, observaba, se quedaba pensando. Me puso nervioso, yo ya quería que me dijera algo…hasta que finalmente aceptó hacerse cargo del proyecto. Todos estamos muy contentos por los resultados”, expresa Obregón.
Les habla el capitán
El gusto por la vid y el vino le viene de familia y es una afición desarrollada a través de los años en sintonía con sus frecuentes viajes a Europa.
“Mi padre era oftalmólogo. Siempre nos acostumbró a gozar de una buena copa de vino a la hora de la comida. Después, ya con el tiempo, pude ir apreciando los vinos españoles, franceses, italianos. Siempre, después de una llegada a una capital europea, había manera de disfrutar de una comida y de buen vino.
“La aviación comercial era muy diferente entonces. Las agendas no estaban tan saturadas y las frecuencias de los vuelos eran más espaciadas. Solías permanecer varios días en Madrid o en París antes de emprender el regreso. Eso te daba más oportunidad de conocer algunas bodegas y de sentarte sin mucha prisa a tomarte un buen Rioja, por ejemplo”, explica.
A pocos meses de su retiro, el capitán Obregón inició el proyecto de la bodega, adquiriendo un terreno en el que, en 2003, se sembraron aproximadamente 7 hectáreas con 20 mil plantas, principalmente de las variedades Merlot y Cabernet Sauvignon.
La primera cosecha se realiza en 2005, dando por resultado un ensamblaje de Cabernet Sauvignon, con Nebbiolo y Grenache: poco más de 300 cajas de vino que de inmediato provocaron buenos comentarios por su fuerza y calidad.
“Todavía no me había jubilado cuando ya Norte 32 estaba trabajando. Al inicio tuvo que ser mi hijo quien se encargara del proyecto. Fue hasta 2006 cuando pude dedicarme de lleno a la bodega y residir permanentemente en Ensenada. Al principio José Luis tuvo que trabajar con lo que ya habías sembrado, pero ya posteriormente pudo marcar una identidad, comenzando por los viñedos”, indica.
Feliz aterrizaje
Ya en 2006, con una nueva definición, Durand desarrolló una mezcla diferente: Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah. Además surge Teziano, íntegramente realizado con Cabernet Sauvignon, con un cuidadoso paso por las mejores barricas de la empresa, dando por resultado un vino con carácter, estructura y frutalidad, bajo la línea, como explica Obregón, de partir además de vides de bajo rendimiento, para hacer determinante la premisa de calidad desde el campo.
“José Luis es un hombre con una gran visión que sabe no sólo de las vides, sino de la agricultura en general. Es un enólogo que está en diálogo continuo con la tierra y que tiene una gran pasión y cuidado escrupuloso de los procesos para llegar a grandes resultados. Es una constante en su trabajo y su visión de la enología”, advierte.
Teziano, asimismo, lleva un sello distintivo donde los mundos del capitán se funde en una imagen que revela no sólo un pasado y un presente, sino igualmente la mística emprendedora que caracteriza a la bodega: la etiqueta presenta la imagen de “El aviador”, desarrollada por el escultor Jorge Marín.
En 2008 llega el tercer tinto Norte 32, composición de Tempranillo-Syrah, reconocido por su Etiqueta Negra, y en el que resalta la potencia de los aromas, así como sus distintiva frutalidad. “Es un vino que ha tenido una gran aceptación, y que sobre todo ha gustado muchísimo entre las mujeres”.
En sintonía con la propuesta en vinos, Obregón emprendió también el desarrollo de un edificio de la bodega, brindando las condiciones más idóneas para la realización de los procesos de vinificación, al igual que una cava de acuerdo con los requerimientos específicos.
“Desde el primer día, José Luis no expresó todas las necesidades para desarrollar excelentes productos. Al principio fueron las básicas, pero poco a poco hemos ido implementando avances, mejoras y elementos para seguirnos posicionando. Nos interesa mucho que la gente que nos visita también tenga una buena imagen, en función de la labor de enoturismo que se está dando en Baja California.
“Así como la actividad y la provisión de uvas se abrió para otros valles, también el turismo está siendo un recurso más para los vitivinicultores. Por eso es importante la labor que están haciendo en ese aspecto bodegas como Santo Tomás, ya que nos benefician a todos. La falta de flujo de visitantes de Estados Unidos nos ha obligado a planear mejor, para mejores resultados. El turismo nacional está siendo muy importante en ese aspecto y para bodegas como la nuestra, es gratificante y decisivo que los mexicanos sepan más de los vinos que se producen en su tierra. Por los resultados no nos podemos quejar”, dice el capitán Obregón.
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