Ya se ha hecho referencia en esta columna a lo que se le suele llamar gatopardismo, “cambiar para no cambiar nada” en relación a la obra literaria Gatopardo de Guiseppe Tomasi di Lampedusa, que narra cómo un movimiento social contra los nobles, no significó mejoras en la calidad de vida de los campesinos.
Los movimientos sociales, como nuestra Revolución han mostrado que aunque haya sangre derramada, de fondo las cosas no cambiaron sustancialmente, hoy las diferencias económicas y sociales mantienen a un amplio sector de la población mexicana en la pobreza. Mientras un grupito de familias de las llamadas revolucionarias y ahora panistas, se llevan los mejores contratos, tienen las mejores condiciones de vida a costa del resto de la población.
Cada vez que escuchamos la palabra cambio, esperamos eso: Un cambio.
Los enroques y agregados de funcionarios del equipo estatal se ignora qué resultados tendrá en el funcionamiento del aparato gubernamental y los efectos en la calidad de vida de los tamaulipecos y tamaulipecas.
Lo que se puede vislumbrar en estos momentos, es que si alguien está esperando a que sea Enrique Peña Nieto, si logra que ser presidente, ponga orden, donde está desordenado, dicen los enterados que más vale sentarse a esperar, por lo menos hasta enero del año próximo.
Porque en estos momentos lo único que quiere el mexiquense es que en septiembre le den el documento que lo valide como presidente electo.
EPN está más preocupado porque lo legitimen, su mente aún, creemos, no tiene espacio para intentar planear cómo recompondrá el país, tan de cabeza en este periodo calderonista. Considerándose la cuerda que trae el perredista Andrés Manuel López Obrador para evitar que se siente en la silla presidencial.
Dice Jorge Zepeda Patterson en una columna publicada ayer en El Universal, que EPN podría tener su quinazo, igual que Carlos Salinas de Gortari tuvo el suyo, para mostrar quién manda ahora.
El economista y sociólogo vislumbra que ese manotazo en la mesa tendrá que ser contra alguien de su propio partido y se atreve a mencionar que pudiera tratarse de un gobernador priista.
Volviendo al tema de los cambios, pudiera pensarse que la llegada a Sedesol estatal de Homero de la Garza es un anuncio tempranero de que será quien pudiera encabezar la fórmula priista cuando haya que cambiar estafeta en Tamaulipas.
Sedesol por su importancia política representa un escaparate perfecto para promover una imagen, aunque no resulta en todos los casos, acordémonos de Manuel Muñoz, que ni candidato a una diputación fue.
Pero más allá de los efectos en la política, es claro que dentro de los puestos importantes del gobierno estatal aún no se observa un juego a favor de los equipos que inciden en los resultados electorales.
Los equipos que alguna vez llevaron al triunfo al PRI, siguen excluidos de carteras y posiciones importantes.
Sin embargo, en el Estado urgen respuestas inmediatas y eficaces a la solución de problemas, como falta de empleo, inseguridad, entre otros.
Los cambios dados a conocer el viernes anterior, ¿no significarán sólo gatopardismo? Al tiempo.
LA FRASE
“Participamos en la Asamblea Informativa de Puebla. Aquí ganamos a pesar del dinero de procedencia ilícita. La gente está llena de dignidad”, así tuiteó Andrés Manuel López Obrador al término de la reunión que sostuvo en esa ciudad el domingo, el candidato perredista anda en busca de evidencias para probar el fraude electoral.
Y dijo Chavela Vargas: “Me tocó nacer en Costa Rica, pero la vida, la vida de verdad, la encontraría en México”. Ella como Jorge Negrete hicieron honor a México y pidieron descansar aquí.
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