México, D.F.-
“El tiempo ha sido el gran protagonista de su aventura intelectual”, señaló Vicente Quirarte en 2006, al rememorar la trayectoria de Clementina Díaz y de Ovando. Ese día, que la Universidad Nacional Autónoma de México le rindió un homenaje a la historiadora, escritora y académica por sus 90 años de vida.
La autora de una larga lista de libros y apasionada estudiosa de periodistas y escritores como Vicente Riva Palacio, Manuel Payno, Juan de Dios Peza y Juan Díaz Covarrubias, falleció el pasado domingo a los 95 años de edad. De ella, Vicente Quirarte afirmó: “Clementina puso en funcionamiento su capacidad para encontrar en las notas efímeras del periódico las grandes lecciones de la historia”.
Y es que la historiadora nacida en Laredo, Texas, Estados Unidos, el 7 de noviembre de 1916, fue pionera en muchos temas y en muchas instituciones.
Si fue la primera mujer en dirigir el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y la primera mujer en ingresar a la Academia Mexicana de Historia, fue una estudiosa que aunque se interesó por la “gran Historia”, sobre todo trabajó la historia, a veces con menosprecio, de “menor”.
La escritora Margo Glantz, compañera de ella en la Academia Mexicana de la Lengua, a donde Clementina Díaz y de Ovando ingresó el de 13 de junio de 1985. “Ella se dedicó toda la vida a la historia de México y a muchos aspectos de la vida cotidiana, de las fiestas, el ferrocarril, muchas cosas que poca gente había trabajado”.
Glantz señaló a EL UNIVERSAL que Díaz y de Ovando se ocupó de la gran historia, pero que hacía una historia muy ligada a la literatura. “Trabajó mucho a Riva Palacio, hizo muchos libros de cosas muy pintorescas, muy interesantes, también trabajó a Guillermo Prieto, a Payno, toda su vida trabajó este tipo de asuntos que no ocupan el primer lugar en la historia, sino que aparentemente es la historia menor, todo eso lo trabajó con mucho cuidado y muy bien”.
En el texto de 2006, Quirarte aseguró que “paciente y tenaz, desde las frágiles páginas de las publicaciones periódicas ha ido armando sus sólidas investigaciones sobre edificios e instituciones nacionales, significados y significantes de nuestra historia intelectual”, entre ellas el Colegio de San Pedro y San Pablo, la Escuela Nacional Preparatoria, el Real Seminario de Minas y la Ciudad Universitaria.
En la página de “Para el futuro” de la UNAM, abajo del nombre de Díaz y de Ovando está la frase: “Emérita y honorable universitaria, escritora e historiadora mexicana”. La autora que ingresó a la Academia de la Lengua con el discurso: Vicente Riva Palacio y la identidad nacional que le respondió su colega Miguel León-Portilla fue maestra y doctora en Letras Españolas por la Facultad de Filosofía y Letras.
Descubrió lo eterno en lo efímero
La primera mujer en recibir el Premio Universidad Nacional, en 1988, de cuya institución recibió en 2001 el Doctorado Honoris Causa, trabajó a lo largo de su vida muchos temas, desde la arqueología hasta la cocina; se consagró a su tarea de investigación y al estudio de las letras, la historia y la cultura del México decimonónico, tanto elitista como popular, bajo la dirección de Manuel Toussaint y Justino Fernández. Quirarte dijo al respecto que “ha sabido descubrir lo
eterno en lo efímero”.
Margo Glantz celebró su inteligencia y su gracia; también, que fue muy prolífica “era muy cuidadosa y vivió un larguísimo tiempo”. Luego recordó su capacidad creativa y su interés en todo. “Estuvo muy vinculada con el arte, con la literatura y con la historia, trabajaba mucho en los tres campos”.
Además dijo que era incansable, que daba clases en la Facultad de Filosofía y Letras, que fue muy amiga de María del Carmen Millán: “dos mujeres muy significativas en la historia de la Universidad y valiosas por su capacidad de lograr entrar a lugares en donde antes había puros hombres”.
Si María del Carmen Millán fue la primera en ingresar a la Academia Mexicana de la Lengua, la segunda fue Clementina Díaz y de Ovando, le seguirían Margit Frenk y posteriormente Margo Glantz. Hoy esa academia se queda sólo con cinco mujeres de entre los 31 miembros en activo hasta hoy.
Su ambicioso trabajo sobre Juan Díaz Covarrubias se convirtió en el volumen inicial de la “Nueva Biblioteca Mexicana”, tal como afirmó Vicente Quirarte, quien agregó: “En sus armas y sus letras, en sus letras que son sus armas, Clementina Díaz y de Ovando es una de las grandes eruditas de nuestra cultura pero, lo que es aún más admirable, una de las más auténticas defensoras de la República, de los derechos humanos y de la verdadera caridad, ésa que se ejerce no para ganar un pedazo de cielo sino para hacer mejores los afanes y los días.
Clementina Díaz y de Ovando murió dejando una obra y una presencia inmensa: “No pensé que Clementina se iba a morir ahorita, pensé que iba a llegar a los 100 años”, señaló Margo Glantz.
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