México, D.F.-
Nieta, hija, hermana y prima de toreros, integrante de una de las dinastías con más categoría en la historia mundial del toreo, Carolina Rivera —heredera de Curro Rivera— vive la fiesta con intensidad, desde que era una niña. Ahora, casada con un matador de toros, alimenta el respeto por el traje de luces día con día.
“Es algo de todos los días. La vocación que tiene Fermín es de las cosas que más admiro, su lucha de todos los días por querer ser”, explica Carolina. “Mi vida gira en torno de eso, pero creo que es porque siempre he creído en él, siempre le vi ese potencial y ahora como su esposa, vivir esa lucha y esa entrega todos los días es muy bonito”, revela.
Bajo la guía del desaparecido Curro Cumbre, Fermín compartía entrenamientos con la figura y con Rafael —ahora su cuñado—, en aquellos días nació el amor entre Carolina y Fermín, padres de dos hijos, con quienes desde anoche festejan la rotunda tarde que el diestro firmó en La México el domingo pasado.
“No me cae bien el ‘20’ de la proyección que tuvo, creo que es la recompensa a todos estos años de lucha”, destaca Rivera. “Fermín y yo nos pegamos un abrazo grande después, ahora queremos abrazar a los niños”, dice la esposa del diestro y comparte, como aficionada, lo que más disfrutó del festejo.
“Su entrega y por dónde se pasó al toro, como aficionada, Fermín siempre se me ha hecho un torero serio, pero muy sincero”, finaliza.
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