Uno de los peores defectos que tenemos los mexicanos es la memoria corta. Explicaciones puede haber muchas sin embargo, al final, pareciera que nos encanta tropezar con la misma piedra una y otra vez.
En la pasada elección presidencial del año 2006, Felipe Calderón Hinojosa ni siquiera estaba cerca de ser el puntero en las preferencias electorales.
Quizás hoy muchos no lo recuerden, pero meses antes de la elección, el líder en la preferencia de la gente era Andrés Manuel López Obrador, quien avanzaba con paso firme a la silla presidencial.
Sin embargo llegó la que tal vez sea una de las más infames campañas de desprestigio que hayamos presenciado los mexicanos, con la tarugada esa del “peligro para México”.
En este entonces, radio, televisión e internet fueron inundados con todo tipo de rumores respecto al daño que le iba a hacer al país el que el tabasqueño se convirtiera en presidente de la República.
En ese entonces AMLO fue comparado hasta con Satanás y poco faltó para que dijeran que su gusto culinario no eran las empanadas de pejelagarto, sino las de bebés.
El responsable de esta “guerra sucia” (como fue bautizada) fue ni más ni menos que un publicista nacido en Barcelona que responde al nombre de Antonio Solá, propietario de la agencia de publicidad Ostos y Solá.
Este ciudadano español nacionalizado mexicano, se especializa en el uso del rumor, las campañas de miedo y los odios sociales para destruir la imagen de los contrincantes de sus clientes, a quienes les cobra muy bien.
Para hacerlo aprovecha la televisión, el internet y los medios de comunicación, a los que surte de todo tipo de medias verdades y hasta mentiras que poco a poco van dinamitando cualquier ventaja en las preferencias electorales.
Gracias a este publicista, Calderón pudo achicar distancias y luego ganar la presidencia de la República, algo que hasta los poderosos empresarios de Nuevo León reconocen que fue un error.
Hoy Solá ha vuelto a México contratado por Josefina Vázquez Mota.
La única diferencia con lo que pasó en el 2006 es que el objetivo de esta nueva “guerra sucia” no es López Obrador, sino Enrique Peña Nieto y el PRI.
Y que nadie se rasgue las vestiduras, en lo personal creo que el precandidato priista es un personaje hueco y sin la capacidad de decir más allá de lo que sus tarjetitas le marcan.
Sin embargo, también pienso que los mexicanos deberíamos de tener la oportunidad de darnos cuenta por nosotros mismos de esos defectos, en lugar de ser conejillos de indias en los experimentos de marketing de los panistas y sus empleados.
Desafortunadamente los mexicanos no tenemos memoria de lo que sucedió hace seis años y ahí vamos a estar, felices retuitetando los rumores, subiendo a nuestros muros las medias verdades y repitiendo las mentiras que nos van a decir en la televisión y los periódicos.
Lo malo es que en seis años ahí vamos a estar… llorando como hoy.
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