Guadalajara, Jalisco.-
Sus pupilas se dilataron con la segunda daga disparada por Miguel Sabah (83’). Fue entonces que Ignacio Ambriz pareció asimilar el problemón en el que se ha metido.
Primera derrota del Guadalajara con su actual estratega (1-2), enésima en un campeonato que da la impresión de estar perdido. Ya es el peor arranque en la historia del club.
Nueva desilusión para los cada vez menos creyentes en un plantel que ha perdido la confianza en sí mismo. Bastó que la figura de la noche marcara su primer tanto (57’). Empate en el marcador, pero duelo terminado.
Sabah lo comprobó minutos después, al bajar aquel largo servicio de Rafael Márquez Lugo y batir a Luis Michel. Era cuestión de tiempo. Las Chivas ya deambulaban sobre su sintético césped.
El último lugar de la clasificación general se ha convertido en su hábitat. Lo ocupan por tercera jornada consecutiva… Y su desempeño no da para imaginar que saldrán pronto de las catacumbas.
El golpe de timón sirvió para otorgar cierto orden en la zaga. No más. Generar peligro en el marco adversario es simple utopía.
De no ser por Federico Vilar, se habrían ido sin anotaciones por cuarta ocasión en el Clausura 2012. El meta del Morelia otorgó cierto dramatismo a un juego desequilibrado por naturaleza. Su atajada anidó el balón en la portería (39’). El balón, impulsado por Omar Arellano, no tenía dirección al arco.
Fiel reflejo del presente de un grupo de impostores, quienes han hurtado los puestos de aquellos futbolistas que, hace un par de meses, encumbraron al Rebaño Sagrado en el liderato general del Apertura 2011.
No queda algo de ese equipo, ni la entereza. Héctor Reynoso tapó su cara con las manos, mientras el ariete de los Monarcas festejaba la culminación de su obra.
Previo al electrizante contragolpe michoacano, el Guadalajara rodó el balón tibiamente en la mitad del campo defendida por su astuto contrincante. Toques cortos, sin profundidad, cargados de enorme miedo al error… Desesperantes para un pueblo que acentuó los abucheos con el tanto que cerró la cuenta.
Esa rechifla sólo se equiparó a la que se desató tras el silbatazo final de Alfredo Peñaloza y a la que significó el adiós para Érick Torres, ese chico para quien ya no hay paciencia. Es un adolescente, detalle irrelevante si los tapatíos están en crisis.
Su actuación contrastó con la gran noche de Sabah, también formado en las inferiores de las Chivas y victimario de la peor versión del conjunto en la era de Jorge Vergara. Dignísimo sotanero general.
Los jugadores están conscientes del oscuro momento. Atinaron a resoplar cuando se oficializó su cuarto descalabro en el certamen. La nueva tortura había terminado.
Hasta los Monarcas se compadecieron de ellos y se les acercaron para alentarlos. Conmovedora imagen de un gigante empequeñecido, auténticamente en los huesos.
Ambriz ya se las había ingeniado para que el amargo líquido no recorriera sus mejillas. Justo a tiempo. En una fracción de segundo, se vio frente a decenas de pupilas dilatadas. Pertenecían a esos chicos que hoy son el hazmerreír de la Liga, el coloso que se encuentra en ruinas.
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