México, D.F.-
Araceli y Carlos, Juan y Elvira y Jorge y María y Francisco y más de cinco mil personas en el Zócalo se tomaron de las manos y gritaron a los que, como ellos, conocen o van a conocer el cáncer, que no hay que tirar la toalla, que no están solos y que sí hay esperanza de vida.
Unos pasaban por ahí, otros se enteraron por un familiar, su médico o su amigo, pero este sábado, se sumaron para romper el Récord Guinness de la pulsera humana más grande del mundo contra el cáncer, una de las causas de más muertes en México y el mundo.
Araceli de la Mora, de 53 años, contó que hace poco más de ocho meses se descubrió una bolita en su seno que creció muy rápido. Los médicos le dijeron que era un quiste, pero pronto corrigieron: era un tumor. De inmediato la operaron y hoy cuenta alegre: “ya estoy en recuperación, me está saliendo mi cabello apenas, mis cejas y mis pestañas”.
Sin nada que ver con partidos políticos, ahí estuvo Armando Ahued, el secretario de Salud del DF, invitando a los capitalinos a hacerse la mastografía, el papanicolau, el antígeno próstatico, a prevenir para no lamentar.
“Si se puede”, gritaron los que vencieron el mal. “Sí se pudo”, dijeron más fuerte los que rompieron el récord mundial.
Y cada voz que ahí se escuchó, esa que a muchos erizó la piel y soltó el llanto, sembró la esperanza de que este mal, duro, doloroso y cruel, sí, sí se puede vencer.
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