Hace muchos años alguien en mi familia me contó una historia de cómo cuando Dios creó al mundo, el gato tuvo mucha suerte, pues el Creador le dio la habilidad de siempre caer parado.
Esta anécdota infantil viene al caso al observar el fenómeno de Manuel Cavazos Lerma, ex gobernador de Tamaulipas y precandidato del PRI al Senado de la República.
Desde antes que se anunciara su precandidatura, sobraron voces en la entidad que reprobaron la posibilidad de que el político del sombrero apareciera en las boletas el 1 de julio.
Dentro y fuera del PRI, muchas personas aseguraron que el partido se está condenando a la derrota al nominar a un personaje con los antecedentes de Cavazos Lerma.
Incluso, hace tiempo que no veía un político tan mala prensa. Diariamente los columnistas más reconocidos de la entidad se dan vuelo recordaron los pleitos, escándalos y acusaciones que se han hecho en contra del tamaulipeco.
Es más, hay los que hasta han hurgado en las estadísticas para demostrar el número real de votos que Cavazos Lerma representa para el Revolucionario Institucional… que no son muchos, por cierto.
A esto hay que agregarle el “quemón” que le dio la PGR, quien reconoció que tiene abierta una averiguación previa contra éste y otros dos ex gobernadores, también de extracción priista.
Sin embargo, nada de esto impidió que el pasado 2 de febrero, durante su primer visita como precandidato presidencial, Enrique Peña Nieto diera un trato especial a Cavazos Lerma, arropándolo como a ningún otro político tamaulipeco.
Nadie, de los muchos que estuvieron en el templete del Polyforum Victoria el mediodía de ese 2 de febrero, recibieron la atención y las muestras de afecto que Peña Nieto ofreció a Cavazos Lerma.
Si el refrán que asegura que uno mismo hace su suerte es cierto, entonces seguramente el ex gobernador está haciendo algo bastante bien.
O quizá, el político del sombrero tiene la suerte del gato, pues hasta ahora siempre ha caído parado.
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