Las noticias no pueden ser más reveladoras, denotaciones, acusaciones, gritos destemplados; algunas cosas ciertas, otras que merecen el nombre de descalificaciones, pero sin ninguna sustancia válida, nada importante, sólo la llegada del Papa es verídica la iglesia asume su papel de redentora.
En medio de una distorsión absoluta de un país, agobiado por el peso de sus errores y las muertes acumuladas en este sexenio, que se comprometió a lavar su cocina, a prodigar paz y seguridad, que no lo ha podido realizar con elementos hoy tan ausentes y tan necesarias para recobrar la cohesión que México ha perdido.
Son llamaradas, como polvo del desierto en un México que en vez de levantarse y luchar para sí como es el caso actual necesarísimo para su crecimiento; nos hemos abandonado a la espera de un cambio político, como si éste por sí solo, fuese la cura del extraño país que conformamos y por el cual contrariamente a las palabras de nuestro himno, nos escondemos en vez de pelear y de luchar por lo que nos pertenece.
Por ello les cedemos a políticos incompetentes, fatuos, pagados de sí mismos, que son la escoria de una clase política perdida, extinta, que tienen muchos títulos, doctorados, maestrías, más ninguna sustancia.
?¿Cómo puede ser un país que tiene 148 mil millones de dólares guardados en sus arcas y sus pueblos mueren de hambre y miseria?
Hay equivocaciones de sitio, de lugar, programas necesarios abandonados, dinero tirado, para elevar la figura del gobierno en turno, pero no podemos prodigar un crecimiento ni sabemos hacia donde nos dirigimos.
Hablamos de sequías o inundaciones severas, “solucionadas” con medidas paliativas irrelevantes pero nada en como resolver los problemas, de cómo llevar los riegos que se tiran al mar a las áreas de la secas remitentes.
El presidente carga bultos para llevar comida a los necesitados cuando no se le ha ocurrido o no ha querido corregir el problema, pura pantalla, noticias como digo que perecerán mañana, nada es permanente todo irrelevante al “ahí se va”, al cabo los gobernados son borregos, lo peor es que con nuestra conducta lo aprobamos.
Los indígenas tarahumaras no estaban pidiendo comida, señores, están clamando por trabajo, por espacios para desarrollarse y éste se les ha negado.
Aquí no importa el partido o el presidente en turno este no los mira, simplemente los ignora, solos, abandonados en su miseria, en sus alturas, ahí donde ni los gobiernos llegan y a pesar de ello han sobrevivido por siglos.
Ese es nuestro México, el único, entrampado entre la corrupción y las oportunidades perdidas, entre la miseria y la opulencia de los supermillonarios que produce, entre los ilustres y los miserables, dejémonos de irrealidades, regresemos a lo básico:
Busquemos en nosotros mismos la fuerza necesaria para exigirle a quienes nos gobiernan que hagan su trabajo, ¡nada más! Y que los medios dejen de mal informarnos con noticias prefabricadas en las alturas gubernamentales.
Discussion about this post