La historia de nuestro mundo debe ser siempre un factor de análisis y reflexión para tratar de entender de qué manera los grandes acontecimientos sociales de la humanidad han influido y le han dado forma y viabilidad al mundo moderno y sus naciones.
Difícilmente podremos vaticinar lo que acontecerá en las siguientes décadas pero siempre existirá el riesgo de que las naciones más poderosas sucumban a la tentación de implementar acciones de intervencionismo que rompan con la armonía de las naciones más necesitadas.
Pretextos para tan injustas acciones los habrá de sobra; basta mencionar problemas globales como el desabasto de agua y alimentos, la gran demanda de sustancias prohibidas, el armamentismo, el petróleo y su industria, por mencionar sólo algunos.
Un escenario de tal magnitud requiere forzosamente un replanteamiento de nuestra democracia y de nuestro comportamiento como comunidad de habitantes, como sociedad.
Nadie niega que hoy los mexicanos sufrimos una grave descomposición social y nuestra identidad se ha ido resquebrajando poco a poco sin que nada parezca detenerlo, lo que nos coloca en gran estado de riesgo ante la convivencia internacional actual y futura.
Nunca será tarde para reaccionar y para retomar el camino correcto, en todos los ámbitos, en todas las tareas, en el gobierno y en la sociedad, y qué mejor que estos intentos sean de manera conjunta, con igualdad de criterios, con igualdad de objetivos; con ganas reales de subsistencia, como familia y como nación.
Twitter: @mgarciaahedo
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