México, D.F.-
“Si no eres campeón con Cruz Azul, fracasas, no cumples el objetivo y yo, yo soy el primero que lo acepta, fracasé en Cruz Azul”.
Las declaraciones del ex zaguero Francisco Gabriel de Anda son fuertes y reflejan la realidad cementera, una realidad que arrastra ya con 14 años de frustraciones.
Aunque fue campeón cuatro veces con Pachuca, dos de Liga y dos de Concacaf, y se podría decir que está satisfecho con lo que hizo en su carrera de futbolista, a Paco Gabriel, recio defensa central, le duele la espina que se clavó en el Invierno 1999, cuando en aquella final entre azules y Tuzos, con un gol “circunstancial”, afirma, Pachuca dio el Azulazo e inició su era ganadora y La Máquina su racha de finales perdidas.
Gabriel, quien hace algunos meses trabajaba en el grupo Pachuca, hasta que una diferencia con el director técnico del León, Milton Queiroz “Tita” propició su salida de la agrupación, analiza ese mal cementero que a años de distancia, le duele y lo peor, no sana: “En tu carrera vas a tener altas y bajas. Con Pachuca y Santos [donde fue campeón] se hicieron las cosas bien, pero evidentemente cuando uno llega a Cruz Azul, la situación no es sencilla: si no se es campeón, se fracasa y lo digo porque Cruz Azul es un club que te da todas las facilidades para ganar el título. La dirigencia, el licenciado Guillermo Álvarez no ha fracasado con las finales a las que ha llegado, ha hecho su parte, pues contrata a la mejor gente y apoya al jugador, pero si éste no gana títulos, es muy fácil: Fracasa”.
Sabe que lo que dice, “seguro que molestará a muchos. Pero me pongo a mí en primer lugar. Muchos dirán: ¡llegué a una final! pero no, no es suficiente, no le di un título a la institución. Reitero, si llegas a Cruz Azul, es sólo para ser campeón”.
El Azulazo
La memoria lo lleva a la noche del 19 de diciembre de 1999, torneo de Invierno cuando Francisco Gabriel, vestido de cementero, vio como el Pachuca dirigido por Javier Aguirre anotaba un gol de oro, un gol que valió un título. “De plantel a plantel —recuerda—, Cruz Azul era muy superior, pero las finales, sobre todo las finales hay que ganarlas y punto”.
Apenas a dos minutos del tiempo extra, Alejandro Glaría calló al Azul. “Fue circunstancial el gol, pero contó, al final nos quedamos con la espina clavada, nunca nos la pudimos quitar, pues de todo ese plantel, ninguno pudo ser campeón de nueva cuenta [con La Máquina]”.
Con Pachuca sí ganó títulos, “sí, pero me queda el hecho de no ser campeón con Cruz Azul, fue algo que quedó pendiente en mi carrera y ya no lo voy a cambiar”.
— ¿Y como fue esa noche?
— Rara. En el vestidor el ambiente era frío. Aún así Pachuca se salvó de una, de otra y la que tuvo la metió.
— ¿Y el gol?
— Estábamos bien alineados. El balón le pasó a Lupe [Castañeda], a mí, después a Juan [Reynoso], a Omar ([Rodríguez] y al Conejo [Óscar Pérez]; fue un error de los cuatro. La pelota le rebotó a Glaría y se acabó. Mucha gente no se dio cuenta de que el juego había acabado.
Pero Paco Gabriel sí, el juego acabó y una deuda quedó pendiente, una deuda que nunca será saldada.
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