Hoy felicito a mis compañeros y compañeras que se dedican a esta profesión, que algunos llaman oficio.
Ser periodista es algo que se elige y se paga el precio de esa decisión, hay quienes traen un periodista dentro y nunca lo sacan.
Otros que se dicen periodistas, en realidad no lo son.
Son los que llegan a trabajar en ésto porque no les quedó de otra.
Como contaba Manuel Buendía en sus memorias, aquella anécdota de sus compadres que llegaron del rancho a pedirle que si podia recibir a su ahijado, quien no quiso estudiar.
“Queremos que se quede aquí para que de perdido sea reportero”, le dijeron.
Ya se imaginarán la cara de Buendía al escuchar esas palabras que muestran el grado de desprecio que se siente por esta profesión.
Este 2012, año electoral, los periodistas nos volvemos seres especiales, gente, sobre todo politicos, que nunca nos voltean a ver, de pronto se convierten en personas cercanas.
Felicitan, invitan, platican con los periodistas. Son los que quieren una candidatura y quieren que se hable de ellos en los medios.
Esa es una relación de conveniencia.
Pero no hay un verdadero respeto por quienes desempeñamos esta labor ahora tan perseguida y denostada.
Pero ser periodista es sentirse orgulloso de haber logrado vivir de esta profesión de manera honesta y siempre con el compromiso de informar lo que sucede, aunque haya a quienes les disgusta que se de a conocer la verdad.
INDIFERENCIA
Una nota fechada ayer en el Distrito Federal ejemplifica a qué grado hemos llegado que la necesidad de un ser humano nos deja en la indiferencia, no nos preocupamos por lo que suceda a nuestro alrededor, mientras no nos afecte.
Según la información del periódico El Universal, Julián Vives León de 65 años se sintió mal mientras hacía fila en un banco.
El señor se desplomó enmedio de espasmos, pero ninguna de las personas que estaban alrededor se acercaron a auxiliarlo, momentos más tarde un guardia fue el que acudió cuando prácticamente el hombre estaba muerto.
Esa indiferencia de los clientes y el personal de la institución bancaria fue tan notoria, porque el cuerpo permaneció un buen rato tapado con una sábana y el banco continuó su ritmo normal, como si nada pasara.
La actitud de las personas que estaban ahí es preocupante, nos habla del grado de indiferencia o deshumanización en que ha caido la sociedad mexicana.
Por ello, no es casualidad que la situación esté tan mal en todo el país.
Ese es un pequeño, pero grande ejemplo de cómo la falta de valores se ha extendido y agudizado.
Lo que lleva a analizar el mensaje que diera el párroco de la catedral de Reynosa el domingo primero de enero.
El sacerdote decía que lo único que nos puede salvar de la grave inseguridad en la que vivimos, es la Amistad, el conocer a nuestros vecinos, el comunicarnos con ellos.
Dice el padre que la solución no vendrá del gobierno, ni de las policías, sino de la propia gente que tienda lazos de comunicación entre sí para cuidarse unos a otros.
Y es volver a lo elemental, a tener empatía por el dolor y la necesidad ajenas.
No voltear la cabeza para otro lado y fingir que no pasa nada.
Este año que inicia, es un buen momento para reflexionar sobre lo que estamos haciendo o dejando de hacer, que contribuye a agravar la inseguridad en la que vivimos desde hace seis años.
Correo electrónico: derrotero@hotmail.com
Twitter: @derroterotam
Discussion about this post