México, D.F.-
A finales de los años 80, la suerte artística de Rocío Barrionuevo cambió, le llegó una propuesta singular: traducir del inglés al español un texto sobre la importancia de la risa en el sexo; a partir de allí y durante seis años publicó, semana a semana, breves ensayos sobre erotismo en su columna de “Sábado” en “unomásuno”.
Esa propuesta casi indecorosa se convirtió es en su fascinación; la egresada de Lengua y Letras Hispánicas de la UNAM se volvió adicta al tema y comenzó a escribir acerca de los más tradicionales juegos de alcoba y de otros pasatiempos lúbricos más sofisticados; comenzó a reunir todo lo que caía en sus manos con el fin íntimo de conocer los usos y costumbres eróticos.
Se dio cuenta también de que escribir acerca de los goces del sexo no es una tarea fácil; que aquellos que lo hacen se enfrentan a una disyuntiva: explicar detalladamente el acto sexual o sugerirlo. Ella lo enfrenta, es provocadora, consciente de que hay que llamar a las cosas por su nombre. Cita a diestra y siniestra, autores, textos, pasajes, frases, ambientes, obras.
Sabe que su estilo es singular; que es provocadora y erotiza; que infinidad de escritores clásicos y contemporáneos han hablado de incesto, felación, deseo, placer carnal, altar de Eros, seducción, pasión, goces voluptuosos y sexo; que lo mismo está Henry Miller y Anaïs Nin que Vladimir Navokov, Margarite Yourcenar y Robert Musil, que Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Ana Clavel y Chateubriand.
Comenta Rocío Barrionuevo, quien fue jefa de redacción del suplemento “Sábado”, que los mini ensayos que conforman Juegos de alcoba (Ediciones B), los publicó allí y que nunca había pensado recopilarlos en un libro porque creyó que en el periódico habían cumplido su función: informar, orientar y, sobre todo, entretener al lector interesado en las artes de Eros.
“Todas las manifestaciones artísticas han expresado el goce (o la tortura) de los placeres carnales con mayor o menor calidad, de acuerdo a las habilidades del artista, pero la literatura es lo que me interesa particularmente”, asegura la escritora, quien tiene entre sus grandes pasiones la narrativa licenciosa del siglo XVIII, tema sobre el que imparte cursos en Cuernavaca, ciudad donde ella reside.
– ¿Tu interés sobre todo está en la literatura más que en otro arte?
“Me admira el poderío de la palabra para estimular el deseo; las descripciones lujuriosas en la narrativa y en la poesía aportan un arsenal de fantasías que el lector puede hacer suyas, ya sea siguiéndolas al pie de la letra o modificándolas, pero que de cualquier forma le permiten reconocer o descubrir sus inclinaciones eróticas.”
– ¿Ha habido un cambio de mentalidad en cuanto al placer y al sexo?
“Digamos que se habla más sobre sexo. Hoy son legión los que ofician en los altares de Eros. Pero el público de todas las edades que disfruta sin rubores de toda esta proliferación de novelas, pinturas, fotografías y películas sigue siendo minoritario.
“Lo que me hace pensar que no se ha modificado sustancialmente la concepción del placer y del sexo, por lo menos en nuestro país.”
– ¿En las encuestas los consultados dicen lo que siempre callan?
“A pesar de que la actitud hacia el sexo es más abierta, sigue existiendo cierto recato cuando se habla de los pasatiempos lujuriosos. En general, las personas no hablan de sus proezas, fracasos, fantasías o deseos secretos con facilidad.
“Por eso las encuestas sobre sexo siempre son interesantes, pues nos permiten apoderarnos de la intimidad de nuestros contemporáneos; en ocasiones, para identificarnos y no pensar que somos los únicos con ciertas obsesiones; en otras, para comprender que la vida íntima va más allá de las tres simples posiciones que practicamos en la alcoba. Creo que el hecho de que las encuestas de este tipo sean anónimas proporciona al informante un espacio para confesarse.”
– ¿Sigue habiendo mitos de la sexualidad, símbolos sexuales, fantasías, leyendas sobre el sexo?
“Por supuesto que sí. Precisamente el carácter íntimo (casi secreto) de la sexualidad es un detonante de leyendas. Nuestra educación sexual se enfoca a resaltar los aspectos académicos del sexo (natalidad, anticoncepción, enfermedades venéreas, etcétera) y se olvida de mostrarnos también las prácticas eróticas gozosas.”
– ¿Qué pasa con aquellos hombres que no tienen un conocimiento preciso sobre la sexualidad de sus mujeres (qué posición les gusta más, cómo llegan al orgasmo, cuáles son las prácticas con las que sueñan)? pues también crean leyendas para compensar sus dudas.
“En cuanto a las fantasías, creo que no hay hombre o mujer que no las elabore. De acuerdo a los insignes psicólogos y psicoanalistas, la fantasía surge como consecuencia de un deseo. El deseo forma parte de la naturaleza humana y es uno de los motores que impulsan la conducta. Así que mientras haya deseos, habrá fantasías.”
– ¿Planeaste “Juegos de alcoba” como una guía para amantes o como un conjunto de ensayos para conocedores?
“En realidad, mi intención es más modesta. Ni guía ni libro para expertos en la materia. Sólo quiero compartir mis lecturas. Me gustaría que mis textos fueran el disparador para que los lectores salgan corriendo a las librerías y busquen las obras que cito, porque estoy segura que disfrutarán (en el sentido más amplio del término) de la literatura erótica.”
– ¿Sigues acumulando encuestas, notas informativas, episodios, novelas lujuriosas, estudios sobre erotismo, glosarios del placer?
“Por supuesto que sí. Soy una voyeurista irredenta. Me encanta espiar al prójimo. Además, en este campo siempre hay curiosidades invaluables.”
– ¿Trabajas en otro libro, alguna novela?
“Durante muchos años no me interesó escribir ficción, pero finalmente claudiqué. Apenas terminé de escribir un libro de cuentos (que no son eróticos). Y hace un mes, una editorial pequeña me propuso que escribiera una novela “cachonda”. Este proyecto me interesó mucho porque creo que escribir buena narrativa licenciosa es un reto al que me debo enfrentar para poner en práctica lo que aprendí con mis lecturas”.
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