La Paz, B.C.S.-
Parece otro, no es el mismo de hace un par de días, cuando hablaba de “fraude” y endurecía el tono de la voz. Hoy Andrés Manuel López Obrador ofrece paz y deja pasar las críticas de sus detractores. No se enrola, sólo consigna.
Faltan 14 días para el cierre de la campaña presidencial y el tabasqueño cambió la estrategia, modificó el discurso, y regresó a ser el conciliador, el que necesita a todos, menos al priísta Enrique Peña Nieto, para “transformar” al país.
López Obrador prefiere no arremeter contra el presidente Felipe Calderón, ni contra el PRI, ni contra el Consejo Coordinador Empresarial. Así se lo aconsejaron sus asesores, que -según él mismo- es la gente que va a los mítines.
“Todo lo que nos pidan, todo les vamos a responder y todo va a ser positivo para ellos… estamos a las órdenes”, dice en tono irónico.
A esta tierra peninsular, donde la temperatura supera los 40 grados, el tabasqueño llegó —con gripe— para reafirmar que no polemizará, ni con el tema del ex gobernador Narciso Agúndez, preso por peculado y abuso de autoridad: “Cada quien es responsable de sus actos”.
Después del ofrecimiento de paz que hizo por la mañana, dirigió, bajo un sol inclemente, un mensaje en el Parque Revolución que también tuvo tintes conciliadores y una mediana asistencia, en esta ciudad donde hay muchos trabajadores del gobierno con pasado perredista.
Aquí en este estado panista, con un gobernador con pasado perredista, el candidato encabezó uno de los mítines más cortos. El sol así lo ameritaba; sin embargo, a todos sus adversarios les perdonó la críticas, menos a Peña Nieto, a quien lo consideró como un plagiario de propuestas.
López Obrador llegó a Culiacán donde presenció uno de sus mítines más concurridos. A lo largo de la avenida Álvaro Obregón, el tabasqueño recordó la labor del finado panista Manuel J. Clouthier, quien junto con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano lucharon por la democracia.
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