Méxco, D.F.-
Volvió encolerizado a su banca, con la mirada encendida, los puños cerrados y la boca suelta. José Manuel de la Torre descargó toda su ira mientras los integrantes del combinado rival festejaban una anotación (61’) que nunca estuvo en su presupuesto.
La victoria no estaba en peligro, pero el honor terminó por ser mancillado con aquel involuntario desvío de Héctor Moreno. Inmejorable estampa de una incómoda velada para “El Chepo”, culminada con el intenso abucheo que le acompañó rumbo al vestuario.
Gris debut del Gigante de Concacaf en la eliminatoria rumbo al Mundial de Brasil 2014. Bastaron unas cuantas pinceladas para imponerse a la rústica selección de Guyana (3-1)… Y muchas falencias para desatar los fantasmas que parecían exorcizados.
De la intranquilidad a la desesperación, y de nuevo a esa frustración que le provocaron los errores de varios de sus jugadores. De la Torre la pasó mal durante su presentación como estratega nacional en el estadio Azteca, como augurio a sus palabras de que su equipo no golearía a este oponente.
Giovani dos Santos fue el único que se salvó, al menos para el público. Salió ovacionado, tras una hora de entrega, cierto desequilibrio y algunas equivocaciones. Su espectacular tanto (15’) oficializó el trámite. Horadó la portería contraria por tercer duelo consecutivo. Primera vez que lo hace en el Coloso de Santa Úrsula, lo que explicó que su celebración fuera tan intensa como la del domingo anterior, contra Brasil.
Fue lo único parecido a lo mostrado en el triunfo sobre el Scratch du Oro. Un grupo de impostores pareció hurtar los lugares de aquellos guerreros que alimentaron esa ilusión que esta noche se esfumó.
Ninguno como Javier Hernández. “El Chicharito” confirmó por qué terminó la campaña en la banca del Manchester United. Gio lo dejó solo frente al arquero Ronson Williams. Era una definición de rutina para el chico que maravilló al planeta con su ubicación y contundencia, pero demasiado para esta versión del carismático tapatío. El grito de gol se ahogó en más de 50 mil gargantas.
Salió hasta los albores del complemento. Muchos aficionados creyeron que se había sacado la espina con un remate de antología, pero él sabía que no. Apenas rozó el balón. El zaguero Jhon Rodrigues fue quien lo empujó (51’). No había por qué celebrar, y no lo hizo.
Existieron pocos motivos para sentirse plenos. Quizá sólo durante esos cuatro minutos que lucieron como el preludio de la goleada que nunca llegó.
Carlos Salcido empezó todo con la nueva muestra de su arrojo (11’), pero el éxtasis de Giovani marcó el final de la efímera alegría. Los 70 mil asistentes lo comprobaron en el desalentador segundo tiempo.
De la Torre pareció ser el único que presintió la triste actuación tricolor. Cuando cayó el primer gol respiró aliviado. El duelo comenzaba, pero no le gustó la cara de su equipo desde el primer segundo.
Eso explicó lo endurecido de su rostro y la fuerza que le imprimió a su voz durante casi todo el suplicio. Unió sus manos, detrás de la espalda, en aquellos instantes que encontró cierta tranquilidad… O resignación.
La discreta victoria sólo sirvió en lo numérico, porque resultó un auténtico mazazo anímico.
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