México, D.F. / Noviembre 15.-
A partir del análisis de ornamentos y vestimentas de cada uno de los dioses prehispánicos, así como el simbolismo que se dio a las materias colorantes, especialistas en historia y arqueología lograron identificar la cosmovisión del México antiguo y lo dan a conocer en el ciclo de conferencias “Atavíos de los dioses y señores en los códices mexicanos”.
Estas conferencias se realizan en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia todos los lunes de este mes y participan expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social y El Colegio de San Ignacio de Loyola, quienes presentan sus avances y nuevas investigaciones.
La historiadora Elodie Dupey García, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, quien expuso el tema “Pintura corporal de las divinidades nahuas”, habló del valor simbólico que dieron los antiguos mesoamericanos a las fuentes de las que conseguían los colorantes —más allá de ser sustancias de decoración y embellecimiento—, y a la relación entre las funciones y personalidades de los dioses con los pigmentos y materias primas de donde se obtenían éstos, como el almagre u óxido de hierro rojo que se relacionaba con el calor, o la tierra blanca conocida en náhuatl como “tizatl”, vinculada con la valentía y el devenir cósmico.
Abundó que existe una relación entre la procedencia del pigmento y su simbolismo, con la identidad, funciones y personalidad de las divinidades nahuas que lo portaban como pintura facial o corporal; por ejemplo el almagre u óxido de hierro siempre se usó para dar la coloración roja a las deidades Chicomecóatl, diosa de la cosecha y los productos alimenticios como el maíz, y Xiuhtecuhtli, deidad del fuego.
Por lo que este material colorante se asocia a la emisión y recepción de calor, por ejemplo, en lo que respecta a Chicomecóatl era pintada con ese material pues encarnaba el maíz maduro, es decir, ‘cocido’ por el Sol”, explicó la historiadora.
“Otro ejemplo —añadió— fue el uso exclusivo de la tierra tizatl y de plumón de águila para dar la coloración blanca en la pintura corporal de las deidades Nanahuatl (que se tiró en una hoguera para elevarse al cielo y convertirse en el Quinto Sol) y Toci (que murió al parir a su hijo el dios del maíz); los mismos materiales se usaron en representaciones de cautivos,
soldados y mujeres que morían durante el parto (consideradas guerreras) y que animaban al Sol en su recorrido diurno, por lo que los valores simbólicos de ambas materias colorantes eran la valentía y el estatus de combatientes, además de vincularse con el devenir cósmico”.
Dupey, puntualizó que la tierra “tizatl” se vinculó con el astro solar por ser muy reluciente, mientras que el plumón tenía estrecha relación con el algodón, cuya representación conceptual de los antiguos nahuas se asoció a las nubes y a las estrellas.
Para dicha investigación, la especialista estudió los cinco manuscritos del grupo iconográfico Borgia (códices Borgia, Vaticano B, Cospi, Laud y Fejérváry-Mayer); el Códice Borbónico y el Tonalámatl-Aubin; así como en los códices coloniales Florentino, Primeros memoriales, Vaticano A, Telleriano Remensis y el grupo Magliabechiano. Además, revisó los textos escritos por los frailes Bernardino de Sahagún, Diego de Durán, Jerónimo de Mendieta, Toribio de Benavente “Motolinía” y Bartolomé de las Casas.
En tanto, la antropóloga Ana Rita Valero, directora del Archivo Histórico “José María Basagoiti Noriega” del Colegio de San Ignacio de Loyola, se refirió a los ornamentos y vestimentas que caracterizan y permiten identificar una diosa de otra de entre la gran diversidad de divinidades nahuas; así como algunos elementos que conforman las ofrendas registradas en el manuscrito “Tonalámatl de los Pochtecas”.
Su estudio se enfocó en los tipos de atavíos de las diosas presentes en el Tonalámatl de los Pochtecas, entre ellas: la deidad femenina Tlazoltéotl, dedicada a eliminar ‘las inmundicias sexuales’, por lo que fue dibujada con una o dos escobas para limpiarlas. Por lo general aparece desnuda y portando grandes tocados de plumas preciosas de quetzal, y con orejeras y narigueras de jade con colgantes de oro”.
Asimismo, señaló que la diosa Xochiquetzal —deidad de las flores, la belleza, el amor y la sensualidad— porta también grandes orejeras y narigueras de jade, pero a diferencia de la anterior éstas tienen algunos elementos incrustados en tonos rojos (quizá coral), blancos (concha) y amarillos (tal vez ámbar); su ropa y tocados llevan flores y plumas preciosas, y en la espalda porta una especie de caparazón de tortuga.
Las conferencias se desarrollan los lunes de noviembre y el 1 de diciembre a las 19:00 horas en el Auditorio “Fray Bernardino de Sahagún” del Museo Nacional de Antropología (Paseo de la Reforma y Gandhi, ciudad de México).
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