México, D.F.-
Cuando uno se enferma en mi pueblo, tienes que caminar tres horas para llegar al municipio donde está el médico. Si te toca el dolor en la noche te aguantas, porque es peligroso salir. Y si es en fin de semana, te esperas hasta el lunes, porque el centro de salud está cerrado, relata Carmen Hernández, originaria de Copala, Oaxaca.
Su historia parecería cosa del pasado, pero es parte del México actual, de las enfermedades que se agravan por la pobreza. Sólo que con un rostro nuevo. A estos males también llamados del rezago, se suman la de los países desarrollados.
Para especialistas del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición (INCMN) y la Sociedad Mexicana de Salud Pública, la desigualdad social que se vive en muchas comunidades del país, provoca que todavía se sigan teniendo enfermedades de la pobreza que en otras partes del mundo ya son “históricas”.
Tales como las enfermedades respiratorias agudas, gastroenteritis y parasitarias, así como la mortalidad materna.
Carmen, una mujer indígena que recién migró al Distrito Federal, lo plantea así: “Allá, en Copala, muchos niños y adultos se mueren por neumonías, diarreas y hasta mujeres embarazadas que no fueron atendidas a tiempo”.
Pero lo más grave, alertan los expertos en materia de salud, es que a estas enfermedades ya se sumaron el VIH-Sida, así como las crónicas degenerativas como la diabetes, hipertensión, cáncer y problemas cardíacos, las cuales se pensaban que eran padecimientos de personas con mayores recursos, y que ahora les pegan también a los más pobres del país.
Más de medio millón, con desnutrición
Adolfo Chávez Villasana, uno de los investigadores en nutrición más reconocidos a nivel nacional e internacional, dice que hay 8 millones de personas que son extremadamente pobres en México y en el que existen pocos registros de sus enfermedades y causas de muerte.
De este grupo, 693 mil 223 son niños menores de cinco años que presentan desnutrición grave, de acuerdo al Reloj de la Desnutrición en México, herramienta elaborada por el investigador junto con otros especialistas del INCMN “Salvador Zubirán” de la Secretaría de Salud.
Los estados en donde se concentran las enfermedades del rezago están en el sur del país: Oaxaca, Chiapas, Yucatán, Puebla, Veracruz, que tienen una mayor población indígena.
“Estas entidades tienen altas tasas de desnutrición, pero comienzan a tener ya casos de obesidad y diabetes”, afirma Adolfo Chávez en entrevista.
Asegura que el panorama epidemiológico ha cambiado radicalmente en los últimos 15 años en el país, “y que de tenerse dos polos entre la población: desnutrición y obesidad, ahora se tiene uno sólo que ya alcanzó a los pobres”, advierte.
El responsable del Departamento de Nutrición Aplicada y Educación Nutricional del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, estima que será hasta el año 2080 cuando se logre erradicar las enfermedades de la pobreza.
Antes, aclara, se requieren que todas las comunidades urbanas, rurales e indígenas cuenten con agua potable, drenaje y disposición de excretas adecuadas, así como acceso a los servicios de salud.
Aunque se tengan vacunas como el rotavirus para atacar los problemas gastrointestinales, el problema es que el agua que ingiere parte de la población está contaminada, comenta Cuauhtémoc Sánchez, director de Prevención y Protección de la Salud en Yucatán.
Enfermedad mortal
La Organización Mundial de la Salud define a la pobreza como la enfermedad más mortal en el planeta. Esta condición socioeconómica afecta a más de mil millones de personas de todas las edades y de todas las regiones.
En los países de bajos ingresos, menos de una cuarta parte de la población llega a los 70 años de edad, y más de una tercera parte de todos los fallecimientos se produce entre los menores de 14 años de edad, según el organismo internacional.
Las enfermedades infecciosas como las pulmonares, diarréicas, VIH-Sida, tuberculosis y paludismo son las que cobran más vida en estas naciones, además de las complicaciones del embarazo y al momento del parto.
En nuestro país, estos padecimientos ocupan los últimos lugares de una lista de las 10 principales causas de muerte de los mexicanos, según cifras oficiales.
Informes de Médicos sin Fronteras señalan que cada año mueren más de 14 millones de personas a causa de males infecciosos y parasitarios.
Calman dolores con infusiones
Adolfo Chávez considera que todas las enfermedades que aquejan a la población de bajos recursos son derivadas de la pobreza, porque hay una gran diferencia entre clases sociales.
Ese es el caso de Patricia Contreras Velázquez quien vive en Coacalco, Estado de México, donde su nieto nació en la clínica 98 del IMSS gracias a que su hija tenía un trabajo donde la aseguraron.
Con la llegada del bebé, quien ahora tiene un año seis meses, su hija perdió el trabajo y ahora labora como checadora en una base de taxis ella, Patricia, vendiendo congeladas en las calles.
Al pequeño Jeshua Gibrán no le detectaron en el hospital que había nacido con hidrocefalia y epilepsia. Fue con el tiempo cuando comenzó a dar señales de que algo en su organismo no estaba bien, porque lloraba mucho, tenía fiebres seguidas, no caminaba bien y constantemente se tocaba la cabeza.
“Por falta de dinero no acudimos con un especialista. Para calmarle el dolor al niño, lo que le hacíamos eran tés y otras infusiones pero no le servían. Fue hasta que llegamos al Hospital General de México, cuando nos enteramos de lo que tenía”, recuerda la abuelita.
“Ahora no se cómo le vamos a hacer, porque Jeshua requiere de una resonancia magnética que nos cuesta 3 mil 500 pesos”, comenta Patricia, al tiempo que abraza fuertemente a su nieto.
Para Cuitláhuac Ruíz Matus, presidente de la Sociedad Mexicana de Salud Pública, la pobreza es la peor enfermedad y está ligada a conceptos económicos, culturales y de educación.
Por ello, asegura, si se logra avanzar en desarrollo social, educación y en medicina preventiva “estaremos en un punto estratégico para solucionar estas enfermedades que forman un círculo vicioso de la pobreza”.
María Plácida Sánchez, indígena mazahua, toda su vida ha estado en la pobreza. Tiene 77 años y ha aprendido que si no tiene dinero, no hay médico que la ayuda a aliviarse.
Tuvo 12 embarazos, pero la mitad de ellos, no llegaron a término debido a que estaba muy anémica y a la falta de acceso a los servicios de salud. “Nos curamos con hierbitas como la manzanilla o toronjible”, dice la anciana quien proviene de San Felipe del Progreso, Estado de México.
Males de ricos y pobres
Cuitláhuac Ruíz considera que la disminución de las enfermedades infecciosas son un indicador que el país ha avanzado en términos de desarrollo.
Sin embargo, acepta, “así como tenemos grandes urbes, hay también muchas comunidades que son de las más pobres en el país y en Latinoamérica como son Guerrero, Oaxaca y Chiapas”, subraya.
El especialista en Salud Pública explica que las enfermedades parasitarias (amibas) son de fácil trasmisión porque tienen que ver con las medidas como agua potable, drenaje y disposición de excretas adecuadas (letrinas).
Pero, agrega, también se encuentran otros padecimientos infecciosos como la tuberculosis, la lepra y la mortalidad materna, que forman parte de las enfermedades del rezago. Sobre el VIH-Sida, Ruiz precisa que la falta de información en los sectores más pobres de la población hace que el riesgo de adquirir esta enfermedad sea más alto; por ello, la mejor vacuna es la información.
Por otro lado, dice, está la desnutrición ligada a la pobreza, pero también la mala nutrición. “Si a esto se agrega que el niño vive en un lugar donde no hay agua potable, no hay servicios de salud, ni disposición de las excretas adecuadas, este niño estará parasitario durante varios años y eso lo llevará inmunológicamente a ser más débil, a tener problema en su crecimiento neuromotor y por supuesto a perpetuar estas infecciones que son de la pobreza”.
También coincide con Adolfo Chávez en que las enfermedades crónicas (obesidad, diabetes, hipertensión, arteriosclerosis, padecimientos del corazón y cáncer), se han vuelto más comunes en las clases bajas que en las altas.
“Los que fueron desnutridos de niños hace 30, 40 o 50 años, son ahora los más susceptibles a obesidad, diabetes, hipertensión, eso está demostrado”, afirma.
Para ambos investigadores, en México todavía se siguen muriendo niños a causa de una diarrea o una infección respiratoria, situación que se puede revertir con acciones de desarrollo social, con acceso a los servicios de salud y con protección financiera. “La pobreza es una enfermedad y la receta se llama desarrollo social, educación y promoción de la salud”.
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