Guadalajara, Jal. / Octubre 20.-
Era uno de los mejores de la lucha grecorromana de México en 2007. Había ganado oro en los Juegos Panamericanos de Cadetes 2003 y 2004 y todo parecía miel sobre hojuelas para Juan Ángel Escobar, hasta que la suerte se le acabó.
En 2007 fue suspendido por recurrir, según los jueces, a la rudeza innecesaria en la Olimpiada Nacional, perdió sus becas y apoyos y, para colmo, chocó su automóvil.
“Llegó un momento en que tenía que pagar 40 mil pesos en una semana, si no me iba a la cárcel. Era una crisis terrible. Entonces surgió mi hermana y ella me salvó. No me dio dinero, pero tuvo una gran idea. Me dijo: ‘No sabes bailar, pero tienes tipo y cuerpo. Te voy a conseguir trabajo de stripper’, y así fue como empecé a ganarme la vida otra vez”, dice el nacido en Aguascalientes, pero al que su madre se lo llevó a los tres años a Monterrey.
“Me colgaba del tubo como un gimnasta, hacía piruetas, daba vueltas en la pista como un acróbata de algún circo europeo y mi rutina le gustó a la gente. De pronto me iban a ver por mi número y no tanto por mi físico o porque bailara bien. Con este trabajo y el apoyo de mi hermana logré salir adelante, pagué mis deudas y esperé a que mi sanción terminara. Regresé a los entrenamientos y logré entrar de nuevo a la selección de lucha grecorromana”, indica.
Y aunque no era bien visto por sus compañeros, Escobar logró un lugar en la selección que fue a los Juegos Centroamericanos y del Caribe Mayagüez 2010, donde los luchadores y luchadoras mexicanas consiguieron 14 medallas, dos de oro, cinco de plata y siete de bronce. Una de las áureas fue de Escobar.
“Ahora nuestra meta está puesta en Guadalajara 2011”, indica Escobar. “Vienen dos equipos que son potencia no sólo en América, sino en el mundo: EU y Cuba, pero en México tenemos competidores capaces de vencerlos. Hoy, la nueva generación de luchadores mexicanos es mucho mejor, más disciplinada y talentosa, podemos lograr grandes victorias”, agrega.
Entonces, rememora sus inicios: “En Nuevo León me convertí en un chavo conflictivo, no estudiaba ni trabajaba y me junté con un chavo de dinero que me usaba como guardaespaldas, porque era bueno para las peleas”.
Y añade: “Un día fui a defenderlo a un gimnasio y era tanta la gente que le quería pegar, que tuve que pedirles que se calmaran y me quedé a entrenar. De ahí salí para participar en una Olimpiada Nacional. Gané y seguí adelante, luego me derrotaron en una final nacional y me retiré porque no me gusta perder, pero mi entrenador fue por mí y me dijo que algún día íbamos a celebrar juntos un gran triunfo. Por eso sueño con una medalla olímpica, porque creo que puedo lograrlo”.
DURO CAMINO
Pero llegar hasta acá no fue fácil, pues de chavito sólo deseaba ser el líder de la banda de la 13 de Mayo, en el Municipio de Guadalupe, una colonia conflictiva en la que creció y aprendió a defenderse, pero también donde tuvo su primer contacto con el deporte.
“Ahí comenzó mi lucha para sobrevivir, peleando, lanzando piedras sin saber si iba a regresar a casa. Desde los seis años ya me andaba peleando con más grandes que yo y aunque me pegaban fuerte no lloraba y les decía que los valientes no lloran”. De ahí nació su sobrenombre de El Vale.
Tenía 11 años cuando llegó al gimnasio de su colonia, donde comenzó a entrenar para, semanas después, ganar su primera competencia estatal: Un triunfo que lo colocó en la selección de Nuevo León que intervino en la Olimpiada Juvenil del 2000. Han pasado más de 10 años desde entonces y hoy, Juan Ángel Escobar es favorito en Guadalajara, en lucha grecorromana.
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