México, D.F. / Octubre 20.-
Al parecer el líder de la banda de Guns N´Roses no le ha quedado claro que es precisamente su hedonismo y excentricidad la que provocaron el quiebre con todos los integrantes que han transitado por la banda, además de sus cambios de humor y su falta de responsabilidad.
Lo único que preserva es su esencia “rebelde”, la cual raya en la incoherencia caprichosa, pues la hora de retraso enfureció a las más de 19 mil almas que se dieron cita para presenciar un espectáculo imprevisible.
No sólo la caída que sufrió Axl al interpretar el conocido tema de Bob Dylan, “Knockin’ on Heaven’s Door”, deja claro que el hombre que en algún momento era considerado por miles de jovencitas como un atractivo, no mide las dimensiones en todos los sentidos.
Aunque en muchos provocó una carcajada y en otros un abucheo, el cantante se reincorporó, sin permitir que elementos de seguridad le ayudaran a levantarse y sin dejar de cantar.
Con una hora de retraso y bajo los primeros acordes de “Chinese Democracy” (homónimo al disco que también tardó años en ver la luz), apareció el intérprete en medio de una ola de abucheos por la espera.
No cabe duda de que los años le han pasado factura a Rose, pese a verlo mejorado tras haber aumentado varios kilos, ahora aparecía enfundado en una chamarra de cuero negro, unos jeans desgarrados en las rodillas, su típico paliacate en la cabeza y un sombrero que en múltiples ocasiones cambió en su ir y venir sobre la tarima.
“¿Saben dónde están?”, dijo el músico previo a “Welcome to the jungle”.
Sin duda, se le agradeció el esfuerzo que imponía al bailar algunos de los temas que en su momento se le veían interpretando en pocas prendas, pero respetó el hecho de encontrarse al borde de los 50 años.
“Sorry”, “Better” y “Estranged”, fueron algunos de los temas épicos que se incluyeron en tres horas de éxitos.
Dizzy Reed, uno de los intermitentes integrantes que ha soportado el carácter del conflictuado vocalista tuvo, como los demás músicos, su lugar en el escenario con un solo de piano que fue ovacionado por los presentes.
“Sweet child O’ Mine”, encendió los ánimos de los seguidores.
Pero con Axl al frente del piano y con el recuerdo de ver a Slash parado en el instrumento, tocó el turno “November Rain”, que fue precedida por un preámbulo realizado con el tema de “Another Brick in the Wall”, de la banda británica Pink Floyd.
Posteriormente se podía escuchar al unísono el coro de “Don’t Cry” y aunque la aportación del trabajo de los tres guitarristas que acompañan a Rose fue bastante decorosa, se escuchaban múltiples referencias al hecho de que en sus mejores años era suficiente un rasgado de cuerdas.
Pese a ello, y con la incomparable nostalgia que se respiraba en la atmósfera no sólo por hacer presentes viejos éxitos de la agrupación, sino por la exaltación que provocó ver lo que resta de Guns N’ Roses.
“Nightrain”, parecía ser el final del recital, sin embargo aun le quedaban temas pendientes que le debía a sus seguidores, esa noche.
El domo de Cobre comenzaba a vaciarse paulatinamente, pero los miles de seguidores que se encontraban al frente, continuaron al pie del escenario hasta escuchar las últimas tonadas de “Paradise City”.
Una noche de casi tres horas sin mencionar, la hora de retraso que se intentó mitigar con la transmisión de videos chuscos en las pantallas ubicadas en los costados del escenario.
Un desfile de pirotecnia, fuego que salió en algunas de las canciones, miles de seguidores enfurecidos por el retraso y la caída de Axl en el escenario fueron los saldos que dejó el primero de dos conciertos que pactó en el Distriro Federal.
Vino acompañado por los guitarristas Ron “Bumblefoot” Thal, DJ Ashba y Richard Fortus, el bajista Tommy Stinson, el baterísta Frank Ferrer y los teclistas Dizzy Reed y Chris Pitman.
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