Guadalajara, Jalisco / Octubre 19.-
Los decibeles aumentan sin control. El ruido es ensordecedor. Es el aplauso que sabe a oro. Despedida digna de una reina. La ovación de un pueblo rendido ante su monarca. Es la forma, también, de decirle “gracias”. Cynthia Valdez, en el centro de la pista, saluda con la mano en alto. Con esfuerzo, sus ojos retienen las lágrimas.
Hay gente de pie. Las gradas pletóricas el último día en que la tapatía compite en los Juegos Panamericanos. Corre hacia su entrenadora, Mónica Guzmán, que suelta una muleta para recibirla. Aunque es la primera de ocho gimnastas que actúa en la final de clavas, ambas saben que la de oro está cerca. Son ellas dos quienes se abrazan. Pero son miles de personas las que cobijan a Cynthia.
Mientras espera su calificación, el escenario explota. “¡México, México!”. Para una reina, siempre hay más. “¡Cynthia, Cynthia!”. El grito la conmueve, sentada sobre el sillón blanco, a un costado de la pista. Por fin aparece en la pizarra: 25.525 puntos, suficientes para soñar.
Valdez se va al vestuario. Debe esperar la participación de otras siete gimnastas para saber cómo terminará en su prueba. Casi de inmediato, las bocinas del recinto hablan de nuevo. Una “corrección del jurado: Cynthia Valdez termina con 25.775 puntos”. Todos gritan al unísono al escuchar el cambio.
El fresco recuerdo de su actuación vale eso. En la mente de los presentes se repite lo que acaba de hacer sobre la pista. Las clavas volando sutilmente para regresar a sus piernas que controlan el ritmo de los aplausos. Un pequeño titubeo que disimula con su gracia natural. Giros. Saltos. La elegancia de su vestido verde, el más mexicano de los colores. Sin duda, en el recuerdo de sus aficionados, vale hasta más. Por eso le entregan una medalla que no está en el programa: el amor expresado con las palmas chocando sin parar.
Una a una, el resto de las participantes salen a escena. La brasileña Angélica Kvieckzynski es una amenaza, pero su 25.150 sólo alcanza para la plata. La canadiense Mariam Chamilova tiene una actuación de bronce (24.525).
La última posibilidad de arrebatarle el oro a Cynthia sale a la pista. La estadounidense Julie Zetlin realiza una rutina casi perfecta. Pero en el cierre se le escapan las clavas. La ovación crece casi como si Valdez estuviera en la pista. “¡México, México!”. La estadounidense se va molesta. Ni siquiera espera su calificación. Miles festejan. El oro tiene dueña. Es Cynthia Valdez, quien con sus cinco medallas (dos de oro y tres de plata), se convierte, por aclamación popular, en reina de la gimnasia.
Segunda en listón
No hay mucho tiempo para festejar. La campeona regresa a la pista para la final de listón. Ahora viste de azul y negro. Su rutina va acompañada de una permanente sonrisa. Marca el ritmo de las palmas de los aficionados.
Cambia el listón de mano. Lo lanza por el aire. Lo controla hasta con el pie. Es su última actuación de Guadalajara 2011. Recibe de los jueces un sólido 25.075, suficiente sólo para la plata, Zetlin se llevó el oro (25.775).
Discussion about this post