México, D.F.-
“Esta es una calle de mueblerías y Roa vino a cambiarle el rostro”, dice Roberto, empleado de una tienda de muebles en República de Paraguay, Centro Histórico, mientras mira la pared del estacionamiento con el número 42, donde el artista belga, sobre una grúa, dibuja una inmensa serpiente en blanco y negro.
Carteles de los conciertos de El Tri, de los Ángeles Negros y de Carlos Cuevas son la pinta que había hasta ahora en los muros de esta parte de La Lagunilla.
Ni entrevistas ni fotos exige el joven grafitero; los voluntarios del festival All City Canvas, que le apoyan en su visita a México, advierten que si se publica una foto de su cara, él nunca volverá al país.
Roa cubre su rostro con una cachucha cuando se acerca a firmar cuadernos de los jóvenes, estudiantes de diseño o aficionados al arte urbano, algunos de los cuales hacen tour por los nueve muros de la ciudad donde se levantan las obras del festival de arte urbano.
“Verlos pintar es magnífico, es como estar viendo a un león en la sabana, estás viendo a un pintor en lo que le gusta, y si lo hace bien qué mejor, y más si es un artista que no tienes posibilidad de verlo a diario porque son de otros países”, comenta Carlos, quien también opina sobre la propuesta de Roa:
“Me gusta que son animales, cosas muy biológicas, la gama del blanco y negro, el alto contraste, no es lo cotidiano que alguien pinte animales en estos colores, en escala de grises. No es cotidiano en una barda así, rugosa”.
A su lado está Fabián, un joven que practica el graffiti y persigue lograr un estilo con personajes propios, con una dosis de hiperrealismo. Ha llegado dos días hasta la calle de las mueblerías para ver a detalle cómo trabaja Roa. Lo que le gusta de este creador es, en primer lugar, el tamaño de sus dibujos, luego el recurso de los animales: “En cada lugar se trata de adaptar con lo que sabe hacer”.
Roa comenzó por utilizar rodillos para crear un fondo, luego con el recurso del aerosol ha ido poniendo los detalles, como las escamas en el cuerpo del animal.
Han sido más de 20 litros de pintura vinílica y alrededor de 40 latas de aerosol, en blanco y negro, calculó Francisco, voluntario del festival.
El artista trabaja solo, aislado. Otro rasgo suyo que no pasa inadvertido para el público es que trabaja sobre una pared llena de texturas, donde hay adobes, latas, columnas y hasta trozos de madera.
Además de no permitir fotos de su rostro, Roa ha puesto como condición no revelar el tema de su mural.
“Quiere que se mantenga esto como lo que es: clandestino, esto salió de las calles, no de las grandes esferas. Es congruente, es cuestión de arte, no de fama”, agrega Francisco.
Josefina y Eduardo vinieron del estado de México, de Tepotzotlán y Atizapan, para seguir la formación de los distintos murales en la ciudad de México, que se prolongará hasta el próximo domingo, en el marco del Festival All City Canvas:
“La variedad de todos es lo mejor. A pesar de ser un arte callejero tienen técnicas, muchas, simulan hacer acuarelas, óleos, pintas. Y los ojos que dibujan son expresivos, dicen mucho del artista y su obra”.
Al frente de la obra, una mujer policía, del Ministerio Público Cuauthémoc Cuatro, se queda viendo cómo es que el artista trabaja: “Me gusta; claro que me gusta, si no me gustara no estaría aquí”.
Discussion about this post