México, D.F. / Septiembre 22.-
La banda de pop británico Tears for Fears se alista para hacer una histórica presentación este jueves por la noche en el Auditorio Nacional.
¿Por qué histórica si es la segunda ocasión que Tears for Fears actuará en suelo mexicano? Porque por primera vez será con los dos miembros originales: Roland Orzabal y Curt Smith.
En 1994, Orzabal trajo al país su propia versión de Tears for Fears, meses después de una larga disputa con Smith, la cual por cierto ganó el primero, adueñándose del nombre y derechos de la banda.
En aquel entonces, cuando presentaba la placa “Elemental”, Orzabal de la Quintana dijo que, entre otras cosas, se separó de Smith porque cada vez era más complicado escribir canciones para su tono de voz.
Pasaron tres discos de estudio y 13 largos años para que Smith y Orzabal decidieran volver a trabajar juntos.
Sucedió en 2004, cuando Tears for Fears reapareció con Everybody loves a happy ending, material con poderosa influencia de John Lennon y Paul McCartney, y que realmente era la continuación de “The seeds of love” (1989), justo antes del rompimiento.
“La presión, el cansancio y las fricciones provocadas por los largos meses de trabajo pasaron su factura y después de una presentación en Knebworth, Inglaterra, en junio de 1990, se separaron”, relatan algunas biografías en Internet.
Roland y Curt se conocieron cuando ambos tenían 13 años de edad, en la ciudad de Bath. Orzabal escuchó cantar a Smith y lo invitó a formar parte de lo que él llamaba “su grupo”.
“Creo que la banda se llamaba Duckz, así, con zeta al final”, recordó Smith en Soundtrack of my life. “Teníamos como 15 nombres, pero ese era el peor”.
Los imberbes se llevaron bien, pues ambos provenían de familias disfuncionales y en 1979, tras muchos años de intentos fallidos, formaron su banda.
Fue la época en la que los sintetizadores eran tecnología de punta, así que ese camino los llevó hasta el tecladista Ian Stanely. Así, a los 18 años de edad, Orzabal, Smith, Stanely y el baterista Manny Elias crearon la agrupación.
Su primer trabajo juntos fue “The Hurting” (1983), un álbum de corte new wave, con muchos sintetizadores —por supuesto— pero de letras tristes y depresivas, en su mayoría reflejo de la tormentosa infancia de Curt. De hecho, el dueto tomó su nombre de unas líneas del libro “The Prisioners of Pain de Arthur Janov”: “Tears as a replacement for fears” (lágrimas como sustituto de los miedos). Así, la banda que solía llamarse “Neon” y luego “Graduate” cambió a Tears for Fears.
Dos años después de The Hurting, Orzabal y Smith dieron un golpe de timón musical (más abierto al sonido pop tradicional y con marcada influencia de grupos representativos de la época, como Simple Minds, Peter Gabriel o Talking Heads) y lanzaron Songs from the big chair (1985).
Este trabajo incluye los famosísimos sencillos “Shout”, “Everybody wants to rule the world” y “Head over heels”, que le dieron la vuelta al mundo, los colocó en la cima de las listas de popularidad en Estados Unidos y, por ende, en México.
“Sowing the seeds of love” y “Advice for the young at Herat”, incluidas en “The seeds of love”, son otras dos poderosas razones por las cuales Tears For Fears ha vendido más de 17 millones de discos.
Pero Orzabal y Smith son mucho más que esos trancazos en el hit parade. Tears for Fears es una de las bandas más importantes de la historia del pop británico, que supo adaptarse, evolucionar e incrustar a su música, desde la psicodelia de The Beatles hasta la frescura de The Beach Boys, sin despegarse de sus obligadas referencias bibliográficas.
Ambos tienen 50 años de edad ahora, y aseguran que suenan mejor “de viejos”. Habrá que comprobarlo esta noche en el Auditorio Nacional.
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