Tuxtla Gutiérrez, Chis. / Feb. 15
Jesús Ramírez comprobó que la cábala no alcanza cuando se tienen pocos días de trabajo. Fiel a su creencia, el estratega americanista debutó en la Primera División con el mismo traje gris que usó aquella noche que garantizó su inmortalidad en el futbol mexicano. Este sábado no fue suficiente.
Juan Carlos Silva y Enrique Esqueda estuvieron junto a él, tal como sucedió hace poco más de tres años. Buena parte del cotejo la pasó sobre el tartán que rodea a la cancha, igual que en Perú aquella noche del 2 de octubre de 2005, cuando Ramírez se proclamó campeón mundial con la Sub-17. Pero esta vez, la inoperancia que las Águilas arrastran pudo más que los deseos de su nuevo entrenador.
En unos cuantos días, Chucho les otorgó orden, aunque los Jaguares pudieron ganar, de no ser por el apatía de sus brasileños.
El 0-0 final, que dejó insatisfechos a los casi 30 mil aficionados que llenaron el Víctor Manuel Reyna, fue como una derrota para ambos.
Los locales dejaron ir una inmejorable oportunidad para alargar a seis la racha de victorias sobre el América en la selva. Los visitantes comprobaron que las incoherencias de Ramón Díaz no son su único mal.
Jesús intentó que su nuevo equipo se parara igual que aquellas selecciones con límite de edad que tanto éxito le dieron. El intento resultó muy brusco para un equipo que todavía no se deshace de las telarañas mentales que “El Pelado” le dejó.
Armando Sánchez, Alejandro Argüello y Robert de Pinho se fueron a la banca. Ismael Rodríguez, Óscar Rojas y Ángel Reyna recibieron la oportunidad, pero poco funcionaron.
El Kevin y Reyna nunca se coordinaron por la banda derecha. Danilinho fue un demonio con la sangre demasiado caliente, tanto que fue incapaz de controlarse al momento de definir.
Defecto que también caracterizó a Itamar Batista. El brasileño reafirmó la lentitud de la zaga americanista, en especial de Fernando Ortiz, quien se la pasó observando el “18” en la espalda del gigante de ébano chiapaneco.
Fue entonces cuando se vio la mano de Chucho. Rodríguez y Juan Carlos Valenzuela siempre aparecieron para realizarle la cobertura al zaguero argentino.
El debutante estratega tenía claro que la prioridad era darle solidez a la retaguardia americanista… O al menos que no se viera tan vulnerable.
Misión cumplida. Por primera vez en el Clausura 2009, las Águilas lograron mantener inmaculada su portería.
Ya habrá tiempo para el ataque, ése en el que Salvador Cabañas lució tan solo, como en aquellos tiempos en los que su técnica y contundencia bastaban para darle triunfos a los Jaguares.
Por eso, Ramírez se fue tranquilo hacia el vestuario. El primero de los muchos problemas que tienen apresados a los azulcrema parece resuelto, al menos se está en camino de hacerlo.
No obstante, el equilibrio que prometió está aún lejos de aparecer. Cabañas demostró que no puede con todo. Ayer le sirvió un gol a Rojas, pero falló y el técnico se dio cuenta que el mal amarillo no se cura con simples cábalas.
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