México, D.F. / Febrero 24.-
Carlos Reinoso se baja del pedestal en el que lo tiene encumbrado la afición del América. Humilde, el estratega sabe que es uno de los referentes más importantes en la historia de las Águilas, pero asegura ser otra más en esa larga lista de personas cuyos corazones laten al compás del futbol desplegado por el equipo azulcrema.
Eso explica el especial lazo que lo une con un pueblo para quien es verdadero ídolo, a quien llenó de ilusión su regreso al banquillo. Es una conexión mágica, como la que tenía con Francisco Hernández, el hombre que lo trajo a México a principios de la década de los 70 y se adelantó en el camino hace unas semanas. Su recuerdo lo cimbra, hace que las lágrimas aparezcan irremediablemente.
– ¿Qué le dice todo ese optimismo y las muestras de aprobación que ha recibido por parte de los aficionados, desde que comenzó esta nueva etapa al frente del América?
Es que soy uno más de ellos. Si yo pudiera ir con La Monumental o con la porra esa que tenemos, yo iría. No voy por respeto a la gente que trabaja y dirige en ese momento, pero soy un aficionado más del equipo. De repente, la gente no entiende eso, como gané la votación del túnel ocho… Eso para mí es un honor, un orgullo, pero yo soy americanista, sin que me dieran eso o mi camiseta o mi bandera.
– Se ha hablado mucho de las bajas entradas en los más recientes partidos del América en el Estadio Azteca. ¿A qué se debe ese distanciamiento que parece existir entre el equipo y la afición?
La gente va a volver. No tengas alguna duda. Me quiere a mí porque soy uno de ellos y van a ir a ver al equipo porque saben que el equipo que yo dirija o si lo dirigiera alguno de ellos, va a ir al ataque, a jugar en ofensiva… Va a ser agresivo. La gente va a volver. De repente escucho que dicen que el América juega igual… Mentira, es una mentira muy grande el que la diga. Se jugaba con dos contenciones, yo juego con uno, dos volantes, un enganche y dos puntas, así es que no lo hacemos igual. El América tiene que recuperar su identidad de juego: de salir en cualquier cancha a buscar los resultados.
– Se autonombra “el americanista número uno”. ¿Es por eso que nadie como usted entiende lo que quieren los seguidores del equipo?
Cuando lo digo, como que lo malentienden. Dicen que yo digo que me llamen Maestro… Eso es una estupidez que comenta la gente malintencionada. Cuando menciono que soy el americanista número uno es como aficionado. Soy americanista, como lo es la gente en la calle. Si voy al estadio, llevo mi bandera o si pudiera dirigir con una, lo haría. Soy un aficionado más. Mi amor y cariño por el equipo es como el de cualquier seguidor. Me autonombro el número uno mal, porque el número uno es Emilio [Azcárraga Jean]. Desde afuera, soy un aficionado más y es lo que quiero transmitir: que aquí, esta playera se defiende con la vida y es un orgullo estar acá. Como lo siento yo: hay que entregarse dentro de la cancha los 90 minutos.
– ¿Lo vivido en el club le da un plus sobre algunos directores técnicos exitosos a los que no les fue bien con el América?
Ahí sí les llevo ventaja, porque jugué, algo hice como jugador. Fui director técnico, algo hice: le ganamos a Chivas el único título que disputamos los dos rivales de este país… Yo era el director técnico [temporada 1983-1984]. Dirigí al equipo más espectacular de la historia del América. Sí les llevo ventaja, pero eso no quita que yo sea un aficionado más. Mi amor por el América es lo más grande que yo tengo.
– ¿Cuál fue la clave para que el equipo comenzara a obtener resultados positivos desde su llegada?
Todo pasa por los jugadores. Veo, leo y escucho que el equipo no juega bien, le encuentran un detalle, otro, pero yo estoy muy contento porque, después de dos derrotas y un empate, los reveses en casa, el equipo no estaba anímicamente bien y ganar tres seguidos… Después, partidos tan polémicos. La gente hace polémicas donde no las hay. Los muchachos han respondido muy bien. Jugamos la [Copa] Libertadores y le ganamos claramente a un equipo de historia, como Nacional; fallamos muchos goles, pero el chiste es llegar e intentar jugar bien. Estoy muy contento. De repente, a la gente se le olvida el pasado inmediato y ningunea un poco el presente, pero estoy muy contento, sobre todo porque veo al equipo con una gran actitud de querer hacer las cosas, y eso es importantísimo.
– A estas alturas ¿cómo va el América de acuerdo con lo que tenía planeado cuando asumió la dirección?
Pensé que le íbamos a ganar al Necaxa. Estaba convencido de eso. En el primer tiempo, tuvimos muchas opciones y después, en una contra, un gol raro… No los pudimos abrir, pero esto es futbol. Los puntos que yo más quería eran los del Necaxa, porque nos daban el liderato.
– Ha sido uno de los futbolistas más importantes en la historia del club, ya lo ha dirigido, es uno de los aficionados más recalcitrantes ¿le falta ser directivo?
Aquí voy a terminar, como Panchito [Hernández]. Ahí van a tirar mis cenizas, al lado de Pancho… Y ya.
El recuerdo vuelve a quebrarlo. El chileno no resiste el dolor por la ausencia de un ser querido, los ojos se vuelven vidriosos. Termina la charla.
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