México, D.F. / Febrero 17.-
La cantante Alejandra Guzmán está de buenas y no rehuye ninguna pregunta. Afirma que no ha sido requerida por las autoridades judiciales luego de que en enero pasado fue mencionada por un testigo protegido como parte del show en una supuesta “narcoposada”, en 2006, para el cártel de Los Zetas.
“Yo no sé ni para quién canto. Llego, canto y me voy. No digo ‘hola, buenas noches’, ni convivo. Tengo dos horas el micrófono y luego, vámonos. Hasta ahorita han armado más panchos los medios que la policía. No tengo nada que esconder; cuando quieran, saben dónde vivo. Siempre he sudado lo que tengo y seguiré en el rock and roll”.
– Vine a entrevistarte porque pensé que traerías el vestido que causó furor cuando presentaron “Una familia con suerte”.
¡Híjole! Sí me puse tensa. El diseñador, Daniel Andrade, me mandó un twitter para decirme que le encantó la idea de no ponerme nada abajo. Pero esa era la onda, ¡sorpresa!
– ¿Qué papel haces ahí?
Es una cantante que tiene cosas de mi personalidad, se llama Viridiana, en honor a mi hermana. Encuentra cosas que la alimentan luego de pasar una crisis.
Tampoco voy a salir de Alejandra Guzmán.
– ¿Ya es hora de sentar cabeza como señora de las cuatro décadas?
Me estoy ocupando de tener otra relación con la gente. Soy mono en el zodiaco chino. Estoy en una etapa espiritual, tranquila, bien conmigo misma. La edad sabe bien; me gusta tener experiencia y decir: tengo una carrera, mi hija, salud, todo lo que siempre soñé. Y estoy a la mitad del camino.
– ¿No más reventón?
Forma parte de la búsqueda. He encontrado libertad, pero luego de la locura en la fiesta encuentras vacío en lo que ya no te llena y buscas opciones. Me gusta la endorfina, con el gimnasio, la bicicleta. Te pones chido y no le rompes la madre a nadie.
– ¿Cuál fue la raíz del conflicto, de tus adicciones?
La raíz del conflicto… Algo que ya resolví, ya me perdoné. Son muchas cosas que forman parte de mi genética, mi sangre, una cadena que ya no quiero repetir. El rollo es aprender que soy vulnerable, con defectos de carácter. He aprendido a quererme, a cuidarme; en vez de vaciar mi corazón, llenarlo.
En vez de beber y olvidar, tratar de hablar, decir, expresar, acercarme. Enfrentarlo y no taparlo con una botella. A veces ya no era yo, se trata de que no te coma el reventón. Que no te coman el alcohol, las drogas, las relaciones tormentosas, la fama, el escándalo, el amarillismo.
Lo último que me movió las emociones fue la operación (en los glúteos), que me hayan engañado y haber estado cerca de la muerte. No sólo es el alcoholismo, son lecciones de vida.
– ¿Eres una guerrera azteca?
Tengo mucha fortaleza cuando estoy bien conmigo, pero también soy muy débil y fácil de quebrar. Cuando me quito el personaje de Alejandra Guzmán es cuando digo: “¿quién soy, qué necesito?”
– ¿Quién te gusta más como vocero, tu papá o tu mamá?
Esa es la peor vía, ja ja. No me gustan los voceros. Amo a mi padre como es, pero a veces le digo: “A ver si te callas”. Mi mamá, toda responsable. Imagínate, preguntándome ella lo que pasó en el avión porque la prensa le pregunta.
– ¿Tuviste que pagar una multa por ese escándalo?
No hubo cargos de la señora; yo sólo quería borrarle una foto.
– En Univisión dijiste que además de alcohol habías consumido mariguana y cocaína…
Eso yo no lo dije. ¿Para qué te doy ahorita una lista de mi toxicidad?
He hecho lo que se me ha hinchado la gana, tengo suerte de estar sana, pero sé que mi cuerpo ya no es el mismo de cuando tenía 18 años.
– ¿Rezaste cuando viste de cerca la muerte?
Rezo todos los días. Pido serenidad y sabiduría.
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