Se tuvo que quedar en casa, porque solamente ante micrófonos locales es donde tiene uso preponderante.
Aquí, es la estrella, es la que acompaña al regaño presidencial, la que impulsa y enfatiza las mentiras estadísticas de la bonanza nacional cuando a Felipe Calderón le da por enseñorearse.
Pero esta vez, esa palaciega contundencia del discurso presidencial no cruzó la frontera; sencillamente no fue incluida en la comitiva y ¡vaya que se notó!
Al menos en los segmentos noticiosos que permitieron a los mexicanos ver la apocada intervención de Felipe Calderón en Davos, notamos que nuestro presidente no sabía qué palabras emplear para explicar ante los eruditos internacionales, cual es la situación del país.
Claro, no es lo mismo hablarle a la ignorancia personificada por la masa de la mediocridad y del analfabetismo donde sabe que puede dar cifras alegres sin que nadie le rebata, que enfrentarse a doctorales pensadores ávidos de escudriñar y discutir a fondo las ponencias.
Por eso mejor optó, e hizo bien, por intentar hacer una síntesis al más puro estilo panista, para dar a entender con evidentes balbuceos incómodos, que a pesar de que vamos muy mal, vamos muy bien.
Mal, porque los cárteles y las organizaciones criminales se andan peleando; y bien, porque la economía es una chulada.
La paz, no cuenta; El desempleo, no cuenta; El miedo nacional, no cuenta; La ruina educacional, no cuenta; El alza del combustible, no cuenta. Los fraudes en Pemex, no cuentan; El clamor de los agricultores, no cuenta.
Que la pobreza y la carestía se hayan elevado de forma alarmante, no cuenta; que hayan asesinado a Arturo de la Garza, no cuenta.
El incremento en el precio del diesel 130.8 por ciento en la última década y de la electricidad en 133 por ciento, no cuenta; que el precio de la tortilla se haya elevado en 190 por ciento en los últimos 8 años, tampoco cuenta; finalmente lo que menos cuenta es que de 2008 a 2009 los precios de la canasta básica hayan crecido en casi 100 por ciento.
Son indicadores “NINI”. Es decir, todo indicador que refleje nuestra triste realidad social traducida históricamente como: “el gran fracaso bisexenal”, se denomina “indicador NINI”, porque NI Calderón lo toma en cuenta, NI se debe exhibir fuera del país.
Si alguien preguntara porqué, le diré que la estrategia electoral gestada y operada desde Los Pinos con vías a 2012, no puede ni debe desviarse reconociendo fuera del país que andamos mal, cuando aquí se ha dicho hasta el cansancio, que andamos bien.
Para Felipe Calderón es preferible ahogar su voz hasta casi convertirla en susurro ante el foro de Davos, antes que desflorar la grave problemática en que su desapego a la responsabilidad social ha hundido a la nación.
Ahora que el descalabro acapulqueño le ha puesto un freno a la fusión de PAN y PRD, Calderón ha sufrido con incomodidad manifiesta, el despertar de los panistas y los perredistas que como castigo a la cínica intención de realizar esa bizarra sumatoria aritmética de votos, decidieron votar por Manuel Añorve, candidato a gobernador por el PRI.
Los guerrerenses doctrinalmente honestos, en lugar de prestarse a la bajeza de crear una mescolanza de dos corrientes de pensamiento antagónicas por naturaleza, optaron por protestar y sin quererlo, obsequiaron al presidente panista un escenario anticipado de lo que sucederá a lo largo y ancho de la nación, si insiste en mantenerse en Los Pinos coludiéndose electoralmente con el PRD.
Lo peor es que ni siquiera el amasiato subterráneo de los operadores panistas de los medios de comunicación con el grupo Reforma les valió, toda vez que fueron vergonzosamente exhibidos por el canal de las estrellas.
Obviamente, a causa de esta desnudez operativa en que quedó el PAN ante la nación y luego de la inesperada reacción de los votantes guerrerenses, el boleto a Davos de la “Contundencia” de Felipe Calderón, se canceló.
Esta vez, quien lo acompañó, fue la “Preocupación”.
¡Y vaya que se le notó!
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