México, D.F.-
Diego Reyes apenas tiene 19 años y ya es campeón olímpico; además de cargar en hombros la responsabilidad de resguardar la defensa de uno de los equipos más imponentes en el futbol mexicano, el América.
Nunca niega un autógrafo, su juventud le otorga la oportunidad de pensar en un futuro fuera del futbol, la arquitectura llama su atención y quiere estudiar la carrera junto con su compañero de equipo, el también seleccionado olímpico, Raúl Jiménez.
Su familia es el principal motor de su carrera futbolística, el apoyo de sus padres por dejarlo volar solo, fue difícil, pero la vida independiente es una meta que Diego no dejará pasar.
Las tres preseas doradas que guarda en su vitrina de trofeos son el premio a la perseverancia y a la lucha contra la crítica de la prensa, quién arremetió contra los errores de Reyes en sus primeras participaciones con el club azulcrema.
Hoy, Diego Reyes rompe los esquemas de la sequía de jugadores surgidos del nido americanista. La medalla de oro significa un paso agigantado a equipos de otros países, su presente aún es América, pero su futuro dependerá de conservar el nivel que alcanzó en Juegos Olímpicos.
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