México, D.F. / Enero 6.-
Genio del siglo XX, inventor de aparatos y mecanismos de gran utilidad hoy en día, y quien tenía como uno de sus principales propósitos la transmisión de energía inalámbrica, el científico e inventor serbio Nikola Tesla murió el 7 de enero de 1943.
Hijo de padres serbios, nació el 10 de julio de 1856 en la provincia de Lika, entonces perteneciente al Imperio Austro-Húngaro, hoy Croacia.
Con el talento del padre y el ingenio de su madre, Tesla comenzó su educación en casa y posteriormente asistió a una escuela en Carldstadt, Croacia, donde destacó por ser un excelente estudiante.
Un día el estudioso joven vio un grabado de las cataratas del Niágara. En su imaginación apareció una gran rueda que giraba con el impulso de las aguas de la poderosa cascada y algunos años más tarde, lo hizo realidad.
Abandonó su Croacia natal y se marchó a Austria, en cuya Escuela Politécnica de Graz estudió ingeniería y pudo observar uno de los prodigios de la nueva era: un flamante motor de corriente continua, al que eliminó las escobillas para crea más tarde el motor polifásico de corriente alterna.
Para ello, Tesla se trasladó a Budapest, donde se empleó en una subsidiaria de la compañía telefónica de Edison, debido a que su familia carecía de los recursos para costear su enseñanza académica.
En su momento, el investigador partió rumbo a Estados Unidos para pedir el apoyo de Thomas Alba Edison en su descubrimiento del motor polifásico de corriente alterna.
Edison le dijo que era extremadamente peligrosa, que jamás podría ser utilizada para iluminar ciudades o para hacer funcionar motores.
Sin embargo, había algo diferente en Tesla que llevó a Edison a contratarle para mejorar los dínamos y motores en sus plantas de generación de corriente continua.
Varios meses después, Tesla anunció que había terminado su trabajo, lo que sorprendió a Edison; no obstante, más tarde lo dejó y recibió el apoyo de algunos inversionistas en el desarrollo de todos los componentes del sistema de generación y transmisión de energía eléctrica con corriente alterna, que es utilizado actualmente.
Tras ello, el connotado ingeniero se dedicó a explorar la electricidad de alta frecuencia, inspirado por los descubrimientos del británico Maxwell y del alemán Hertz.
Inventó la famosa bobina Tesla, que aún hoy se utiliza en los equipos electrónicos y que convierte la corriente continua de baja tensión en alterna de voltaje muy alto. Con las altas frecuencias desarrolló algunos de los primeras iluminaciones fluorescentes y de neón.
Tesla fue el primero en observar los rayos catódicos, los rayos X, las radiaciones ultravioletas y en estudiar los efectos terapéuticos de las corrientes de alta frecuencia sobre el cuerpo humano.
Sin embargo, estos descubrimientos palidecieron comparados con el que realizó en 1890, cuando iluminó un tubo vacío sin cable alguno, habiendo transmitido la energía por el aire. Ese descubrimiento fue toda una obsesión en la vida de Tesla: la transmisión de energía inalámbrica.
En 1897, registró su propia patente de la radio, la cual le fue concedida en 1900. Empero, la Oficina de Patentes de Estados Unidos sorpresivamente dio marcha atrás a sus decisiones previas y otorgó al también científico Guglielmo Marconi una patente por la invención de la radio.
Fue hasta 1943, unos cuantos meses después de la muerte del inventor, cuando la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos reconoció la patente de la radio de Tesla.
El inventor ideó aparatos para capturar la energía del viento y de las mareas. Creó métodos para canalizar la energía geotérmica y para convertir la luz del Sol en electricidad. Inventó también el velocímetro de los automóviles.
Fue precursor de los circuitos básicos de las computadoras actuales, y en su laboratorio de Colorado construyó un gigantesco transmisor para demostrar que la Tierra podía usarse como conductor eléctrico.
Hoy se sabe que fue la primera persona en detectar las ondas de radio del espacio, pero en aquel tiempo la radioastronomía no estaba desarrollada, además de predecir que la energía del átomo podría ser utilizada con fines bélicos.
En 1912, Nikola Tesla había rechazado ser nominado para el Premio Nobel de Física porque, según dijo, la academia sueca tendría que habérselo otorgado tres años antes, en 1909, en lugar de a Marconi.
Durante la Primera Guerra Mundial (1914-18), el gobierno estadounidense necesitaba detectar los submarinos alemanes y Tesla propuso emplear la energía de ondas, lo que hoy se conoce como radar.
Sin embargo, tuvieron que pasar 25 años para que el radar fuera inventado, basado en los principios establecidos por el genial científico serbio.
Tesla recibió en 1917 la Medalla Edison, el más alto honor otorgado por el Instituto Estadounidense de Ingenieros Eléctricos.
No obstante, su sistema nervioso decayó y sufrió un colapso físico total. Murió el 7 de enero de 1943 en la extrema pobreza económica, pero interiormente satisfecho.
El inventor logró conseguir más de 800 patentes, aunque gran parte de sus notas y aparatos de sus laboratorios aún son secreto de Estado.
Entre sus documentos se encontraba el principio del rayo láser, así como los planos de un avión de despegue vertical, que no pudo construir por falta de dinero.
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