Washington, D.C. / Diciembre 27.-
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, requirió sólo de mes y medio para cerrar el año con algunos de sus mayores logros legislativos y ganar a sus adversarios una crucial partida política tras la abrumadora derrota de su partido en las elecciones de medio término.
La sesión extraordinaria del Congreso fue el escenario para que Obama desplegara sus habilidades como un práctico negociador político, aún a costa de generar divisiones dentro de su partido que por momentos parecieron poner en riesgo el crucial paquete de estímulo fiscal.
El periodo, considerado irrelevante, terminó rejuveneciendo políticamente al mandatario, que emergió mejor posicionado para hacer frente a lo que apunta será un complicado Congreso con los republicanos dominando la Cámara de Representantes en 2011.
“Este presidente está de nuevo sobre sus pies, creo incluso que en un terreno nivelado”, dijo David Gergen, ex director de Comunicaciones de la Casa Blanca en los gobiernos de Gerald Ford y Ronald Reagan.
Gergen apuntó que aún cuando el mandatario enfrentará un escenario legislativo difícil el año que entra, “lo que estas victorias significan es que no lo hará colocado a la defensiva”.
“Hay algo en él que transmite un sentido de autoridad y que parece demostrar que su sentido de confianza está de vuelta”, indicó Gergen, actual director del Centro de Liderazgo Publico del Colegio Kennedy en la Universidad de Harvard.
Aún antes de que el Congreso votara a favor de derogar la ley que prohibía a homosexuales y lesbianas servir abiertamente en las fuerzas armadas y el Senado ratificara el Tratado de Desarme Nuclear con Rusia (START), la noción de un Obama recompuesto tras el revés electoral se reflejaba ya en las páginas de opinión.
Charles Krauthammer, uno de los columnistas políticos más influyentes y no necesariamente un admirador del mandatario, comparó esta recomposición con la que experimentó William Clinton tras la derrota de los demócratas en las elecciones de medio término de 1994.
Krauthammer recordó cómo tras las elecciones, Obama “huyó” de la escena doméstica para embarcarse en una gira de 10 días por Asia “sólo para regresar a una irrelevante sesión legislativa, con decenas de derrotados demócratas caminando como fantasmas por los pasillos del Congreso”.
“Ahora, tras su impresionante acuerdo fiscal, Obama está de regreso. Sin tener cartas altas, él pudo emerger súbitamente no sólo como actor sino como orquestador, negociador y parte central en un drama de un billón de dólares”, apuntó en su más reciente columna.
El acuerdo abrió la puerta para que el resto de la agenda pendiente en el Congreso pudiera ser desahogada.
Para Krauthammer ese simple logro colocó al mandatario mucho mejor posicionado para la elección presidencial, y de ser reelecto “los historiadores marcarán el 6 de diciembre, el día del Gran Acuerdo del Recorte de Impuestos de 2010 como el inicio de su regreso”.
Ese acuerdo significó para Obama ceder en una promesa que martilló durante su campaña y los primeros dos años de su gobierno, y enfrentar una rebelión de demócratas en la cámara baja molestos por lo que consideraron una generosa concesión a los republicanos.
Demócratas opuestos al acuerdo como Paul Begala, calificaron el desempeño del mandatario como notable.
“Creo que la suya fue una actuación sobresaliente”, dijo Begala, actual profesor de Política Publica de la Universidad George Washington y quien fuera asesor político del presidente William Clinton.
Para muchos, al acceder al acuerdo para extender por dos años el recorte de impuestos aprobados durante el gobierno de George W. Bush, Obama abandonó la postura liberal que caracterizó los dos primeros años de su gobierno, para colocarse en el centro.
De igual modo optó por convertirse en su propio interlocutor en su diálogo con los republicanos en el Congreso, prescindiendo por primera vez de Harry Reid y Nancy Pelosi, los líderes demócratas en el Congreso, cuyo estilo provocó con más frecuencia encono que acuerdos.
Al final el acuerdo fue aprobado sin problemas en las dos cámaras con apoyo bipartidista, lo que cuatro iniciativas más, incluyendo la que derogó la ley “No preguntas, no digas” y la ratificación del Tratado START.
Este último no sólo se convirtió en la mayor victoria legislativa de Obama en temas de política exterior, sino que fue quizá el que mejor sabor de boca le dejó.
El mayoritario voto a favor representó un duro revés para el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, opuesto al acuerdo y quien semanas atrás reiteró su propósito de que Obama sea presidente por un solo término.
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