México, D.F. / Noviembre 27.-
Un año lejano, 1992; “Agua nueva”, un tema que lo marca. Cristian Castro pide un poco de agua. El mesero le ofrece jugos, pero él sólo acepta agua. Difícil imaginar a este muchacho como muchos lo pintan: conflictivo, poco dispuesto a las entrevistas.
Siempre mesurado, contenido; su voz apenas podría ser leída por un contador de decibeles. Ante la petición se desdobla y se mira a sí mismo, sin maquillajes.
“Veo que hubo mucha inocencia en mis actos, en la personal y profesional, hubo arrebatos, impulsos, buenos, malos; caprichos y hubo aciertos. El resumen es de buenas canciones; aciertos musicales, y eso es lo que me gusta es que he ido madurando en mi canto”.
Castro presentará el 30 de noviembre en el Lunario del Auditorio Nacional, Homenaje al Príncipe, un disco homenaje a José José, el vocalista legendario de la voz agonizante.
Con esa experiencia Cristian asume esa extraña faceta —extraña por poco común— que contados artistas aceptan compartir con los medios, la íntima y se abre en canal.
“He sido responsable, irresponsable”… ¿De todo y sin medida como dice José José?, interrumpo. “Si me ha faltado un poquito más de enfoque; tal vez, me he ido por corrientes personales y me he desenfocado de mi carrera. La gente ha visto mis naufragios personales y bueno le defrauda un poquito”.
Desde pequeño, cuenta, él tenía esa rara virtud para sacar de quicio a la gente, y en especial a una de sus maestras. “El de a lado era más travieso que yo, pero si yo hacía algo la maestra se enojaba más”. Dice que le da la “libertad al periodista para que me vea como quiera”, la prensa carroñera no lo suelta y vive pendiente de sus yerros. Como hace poco que dijo que había visitado a Gustavo Cerati en Buenos Aires, y que la esposa del músico argentino salió a desmentirlo. La nota le dio la vuelta al mundo. “No tengo necesidad de inventarlo”, dice enfático, y además da detalles de esa visita… Seguramente la maestra de su niñez/ la prensa de ahora se enojará.
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