El caso de la joven de la Universidad Autónoma de Nuevo León asesinada en Monterrey por balas del crimen organizado, no solamente unió –como nunca, en la indignación y en el dolor– a una sociedad harta de la inseguridad.
La muerte de Lucila Quintanilla Ocañas, de 21 años, también confirmó que para el periódico El Norte hay víctimas inocentes que, para que merezcan ocupar sus espacios impresos y digitales más relevantes, deben estudiar en el privado Tecnológico de Monterrey, no en la pública UANL.
El miércoles 6 de octubre pasado la casi egresada de la Facultad de Artes Visuales de la UANL caminaba por una zona céntrica de Monterrey con alta densidad de peatones, cuando todo se convirtió en un infierno; quiso ponerse a salvo pero fue alcanzada y muerta por sicarios.
Meses antes, la madrugada del 19 de marzo, dos estudiantes de postgrado del Tec de Monterrey fueron confundidos y ejecutados por elementos del Ejército Mexicano en un operativo contra el narcotráfico, cuando salían a pie de la institución.
En este caso, El Norte, desde el momento de los trágicos hechos, fue reiterativo en identificar a Francisco Javier Arredondo y Jorge Antonio Mercado como estudiantes de la prestigiada institución, donde han egresado los hijos de los dueños y muchos de sus ex y actuales directivos.
Pero cuando Lucy murió en el pasaje comercial Morelos el diario no midió con la misma vara. En su página de Internet, mientras las redes sociales ya tenían el dato, El Norte se durmió, omitió y no ubicó a la víctima como estudiante de la UANL.
Fue hasta el amanecer del jueves 7 de octubre, en su edición impresa, cuando en un recuadro puso la fotografía de Lucy en vida de su página de Facebook y, en unos mínimos encabezados y líneas escribió que era universitaria.
Fue evidente el trato diferenciado y hasta discriminatorio que este periódico dio a ambos hechos trágicos, todo porque sus directivos creen estúpidamente que hay instituciones educativas de primera y otras de segunda clase.
Y que si un estudiante muere en Calzada San Pedro merece todos los espacios en portada y habrá tema para varias semanas, pero si cayó abatido por las balas en la avenida Penitenciaría, esa noticia también morirá al día siguiente.
Cuando Lucy falleció el miércoles 6 cerca de las siete de la tarde y cinco personas resultaron heridas, el acontecimiento fue uno de los más cubiertos por la prensa en lo que va del año.
Entonces ¿por qué El Norte no enfocó el caso como lo hizo con los estudiantes del Tec de Monterrey?, porque Lucy estudiaba en la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Alrededor de las diez y media de la noche de ese mismo día otras páginas de Internet y el periódico Excélsior publicaban que Lucy era universitaria, mientras El Norte se guardaba el dato.
¿Y qué hubiera pasado si Lucy hubiera sido estudiante del Tec? Seguramente el tratamiento de la noticia sería diferente, la lluvia de reacciones iba a ocupar amplios espacios en sus páginas y, el colmo, hasta la esposa del presidente asistiría al funeral como lo hizo con los del Tec.
En caso de que se quieran lavar las manos, publico lo siguiente en contra de sus editores, jefes y directivos.
El martes 12 de octubre, entre el interés mundial por el rescate de los 33 mineros chilenos, estudiantes del Tec campus Tampico al parecer habían sido secuestrados.
El Norte, en su página Web, mantuvo desde temprano la noticia como nota principal y relegó a otro plano el inicio de la operación en la mina.
Mayor ridículo para el diario de la familia Junco fue que al final se supo que los estudiantes nunca estuvieron secuestrados, sino detenidos por la Policía por faltas al orden público: ebrios.
Peor todavía. Que el periódico haya dado tanta importancia al supuesto secuestro, luego falso, que involucraba al Tec, provocó que hasta Felipe Calderón Hinojosa anunciara ¡en exclusiva! su liberación a través del Twitter.
Qué patético.
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