Del ciclismo al voleibol de playa y del voleibol al boxeo. Es como un efecto dominó. Y los problemas con los uniformes ya parecen una constante en la delegación mexicana que participa en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
En la prueba de ruta, el primer problema. Una imperdonable falta de visión, de análisis de funcionalidad y hasta de comodidad. Moisés Aldape se vio en la necesidad de utilizar un uniforme distinto al de la marca que patrocina a la delegación y de última hora el asunto se arregló con un par de pegotes: uno de Atlética y otro más del Comité Olímpico Mexicano.
El “parche” era garrafal. Pero fue la única solución posible para no meterse en problemas con el patrocinador.
El mismo caso sucedió con Giussepina Grassi, quien compitió con un uniforme parecido al de Aldape.
En el caso de las voleibolistas de playa, realizaron su debut usando trajes de baño con los colores de Alemania debido a que el uniforme que se les proporcionó no cumplía con las regulaciones de la Federación Internacional de Voleibol.
El problema con la vestimenta se veía venir desde antes que la delegación mexicana partiera a su aventura olímpica. Ya se escuchaban las quejas.
La pesista Luz Acosta mencionó en aquel entonces que el traje que le había confeccionado la marca oficial estaba mal diseñado, puesto que una costura resultaba incómoda al momento de preparar el levantamiento de las pesas.
Se hizo mucho hincapié en que para estos juegos los atletas tendrían lo mejor en lo que a indumentaria se refiere, luego de que en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro los uniformes proporcionados se despintaran durante las competencias.
Mientras otros países utilizan marcas como Nike o Adidas, los mexicanos portan una marca nacional que no asegura del todo la comodidad.
Y una prueba de ellos son los boxeadores, que una vez más elevan la voz. Aseguran que los obligan a usar los tenis oficiales, a pesar de que les han llegado a producir ampollas.
Discussion about this post