Qué sencillo le resultó a Felipe Calderón salirse por la tangente y declarar que no tiene inconveniente en que desaparezca el pago de la tenencia.
Que a él como jefe del Ejecutivo federal eso no le incomoda, pero admitió que la anulación del gravamen afectará a los Estados, que son los que reciben los ingresos producto de ese impuesto “casuístico” que data de 1968, cuyo monto se usó para construir las instalaciones para las Olimpiadas y ya encarrerados se quedó hasta nuestros días, 41 años después.
Si Felipe es un desmemoriado, a los mexicanos no se nos ha olvidado su promesa de desaparecer la tenencia. Fue uno de los argumentos que usó para llegar a la gente cuando andaba en campaña, pero como prometer no empobrece, pues qué mas le daba decir que sí eliminaría el impuesto, cuando de antemano sabía que primero habría que cumplir otras condicionantes.
Como es el hecho de idear de dónde sacar el recurso que ahora reciben los Estados por el pago de derechos vehiculares.
Tan sólo en Tamaulipas ese ingreso representa 120 millones de pesos anuales que, según se dice, se destinan a proporcionar servicios y construir obras.
Como es costumbre de los políticos, prometen, pero luego no cumplen.
Así está Felipe Calderón, no le importa su compromiso, es más, el presidente de México no tiene palabra. Es un mentiroso.
Durante la entrevista donde habló de la tenencia Felipe está sonriendo y nos preguntamos: ¿De qué se ríe el presidente?
Qué le produce esa sonrisa de satisfacción.
Será que se ríe de cómo le jugó el dedo en la boca a la ciudadanía diciéndole que desaparecería este gravamen.
Esta postura de Calderón sólo debe hacernos reflexionar en la proximidad de las campañas políticas y con ellas el río de mentiras que dejarán correr los candidatos a las diputaciones. Tenemos que mantener una posición más crítica y exigente hacia los que quieren ocupar cargos de elección popular, para que no continúe pasando lo que hasta ahora hemos visto, que al momento de sentarse en el cargo, les entra amnesia y se olvidan de todos los compromisos contraídos con la gente.
SLIM CON DIEZ
Hay quien se pregunta qué quiso decir Arturo Díez con la foto que publicó donde aparece con los dos Carlos, Slim y Peralta. Ambos millonarios.
Será que no quiere que lo den por muerto en la carrera por la gubernatura. O más bien, será que quiere montarse a la lista de los ungidos.
A partir de ya, amable lector y lectora, usted verá una serie de señales que enviarán todos los que quieren ser mencionados como sucesores para el año próximo.
Pero usted no se deje llevar por falsos mensajes, mejor espérese a que pase el período electoral, manténgase tranquilo, después de todo, la decisión de quién relevará a Geño, será tomada en solitario.
Ni usted, ni yo seremos tomados en cuenta. Sólo estará el gran elector y su conciencia. Recemos para que su conciencia le dicte heredar la silla a alguien a quien sí le interese Tamaulipas y los tamaulipecos.
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