México, D.F. / Mayo 15.-
A lo lejos se comenzaban a escuchar las alarmas, eran las 10 en punto de la mañana cuando Jorge Alanís, integrante del staff de la Procuraduría Social (Prosoc), activó la alarma para que los habitantes del edificio Guanajuato salieran del inmueble.
“Durante el primer minuto deben replegarse en zonas de seguridad de su casa, después comenzar a salir a la zona de resguardo”, ordenó Ricardo García, también del staff.
La puerta estaba cerrada; el desalojo del edificio se hizo unos segundos más lento como consecuencia de ello; segundos importantes en caso de una emergencia real.
Como si este contratiempo fuera poco, los inquilinos parecían no tomar en serio el ejercicio.
“¡Hola, cómo estás!”, decían vecinos al personal que monitoreaba el ejercicio de respuesta inmediata ante un sismo, mientras avanzaban al estacionamiento habilitado como zona de resguardo.
Tres niños, una señora de 60 años, adultos, jóvenes y un perro conformaban un grupo de, a lo más, 15 personas quienes tardaron dos minutos 36 segundos en evacuar sus hogares.
La revisión del inmueble no se hizo esperar, personal de Protección Civil tenía que verificar los daños producidos por el supuesto sismo.
La puerta del edificio volvía a ser un problema; la gente de la dependencia necesitó ayuda de los residentes para abrir o cerrar.
Habían pasado 10 minutos desde que sonó la alarma, el simulacro terminaba no sin antes informar a los vecinos sobre qué hacer en caso de un verdadero temblor.
Al otro lado de este conjunto de unidades habitacionales la realidad parecía ser otra; la participación de los vecinos era mayor.
En la zona de juegos ubicada entre los edificios Durango, Hidalgo y Chiapas se congregaron poco menos de 100 personas. La inquietud de que esto sólo fuera un ejercicio era notoria en los participantes.